miércoles, 11 de diciembre de 2013

Los 10 hábitos de las personas muy miserables

La psicoterapeuta Cloe Madanes ha hecho un interesante ejercicio de psicología inversa y se ha propuesto remarcar algunos hábitos de la gente altamente miserable, es decir, de aquellas personas que, lejos de disfrutar la vida en sus pequeños y grandes asombros y placeres, se dedican a hacérsela miserable, tanto a ellos como a los que tienen la mala suerte de estar en torno suyo.
Y es que ser miserable, lo que se dice auténticamente miserable, es un trabajo de tiempo completo: una forma de arte, incluso, y si observamos con atención, notaremos el cuidado con que las personas se convierten en verdugos de sí mismas.
He aquí las 10 características que hacen de la vida una experiencia insufrible para ti y para los que te rodean:

1. Practica el aburrimiento. Las personas miserables suelen tener un aura de sabelotodos: nada los asombra, y lo que asombra a los demás debe ser rápidamente denunciado como lo que es, una copia burda de algo que ya se conocía. Cultivar el sentimiento de que todo es predecible, de que todo ya ha sido hecho por alguien, de que el tedio es insufrible, puede hacerte ver a tus propios ojos como una persona culta que ha agotado todas las formas de asombro.

2. Adopta una identidad negativa. Si no sabes por dónde empezar puedes asumir algún diagnóstico físico o mental y vivir de acuerdo a él: si estás deprimido vuélvete una Persona Depresiva; si te sientes ansioso, vuélvete una Persona Ansiosa. Simplemente deja que tu diagnóstico condicione todos los aspectos de tu existencia y lograrás vivir como un convaleciente, con todas las ventajas que aporta: la gente estará preocupada constantemente por tu frágil estado.

3. Discute por tonterías. No hablamos de un debate filosófico sino de un asunto de poder: para las personas altamente miserables, tener la razón es más importante que dialogar con el otro para encontrar una verdad común o un terreno de interlocución. 

4. Desconfía de las intenciones de los demás. Uno nunca sabe si un comentario, un halago o una pregunta que nos hacen no es en realidad un insulto o una forma velada de humillación. La gente altamente miserable siempre está pendiente de lo que los otros no dicen, más que de lo que dicen efectivamente.

5. Evita la gratitud a toda costa. La gratitud puede ser el elemento común de todas las vías religiosas, y algo que inmediatamente te ayude a ver lo positivo dentro de las situaciones negativas. Es por eso que debes evitar sentir gratitud a toda costa: nunca digas gracias, por ejemplo.

6. Si todo falla, culpa a tus padres. En cierto sentido, una persona miserable es un niño en busca de afecto. Pero ese niño puede aprender también que sus errores no son suyos (y por tanto no hacerse responsable por ellos), sino que sus defectos y fallas son culpa de quienes nos criaron: los padres.

7. Ten miedo de perder tu trabajo. Quéjate todo el tiempo de lo que haces en tu trabajo y además teme perderlo. Repite tus errores constantemente, actúa de manera servil o francamente hipócrita con tus compañeros o simplemente imagina lo que será morir de hambre en las calles cuando te despidan: esta práctica diaria requiere todo tu esfuerzo y tu angustia.

8. No disfrutes de los placeres de la vida. ¿Música, comida, paisajes naturales, arte? Esas son cosas superficiales para gente tonta que no sabe nada de la vida. Las personas altamente miserables saben que todo placer es transitorio y, de alguna forma, egocéntrico, pues son una distracción que no puede nunca compensar el miserable estado del mundo actual.
9. Glorifica o sataniza el pasado. Dicen que todo tiempo pasado fue mejor, pero el pasado también es el lugar de las oportunidades perdidas, desperdiciadas o ignoradas. Si algún día experimentas placer con el estado actual de tu vida, recuérdate cuando no tenías dinero, cuando te divorciaste, cuando te despidieron de algún trabajo o te pusieron una mala nota en la escuela. "Los malos recuerdos son para siempre”, podría ser un buen eslogan para tener a la vista en cualquier situación.

10. Quéjate. Quéjate. Quéjate. Las personas miserables saben que la crítica podría abrir un fecundo espacio de diálogo: por eso se esfuerzan en permanecer en los lindes de la queja, que no es sino la expresión de su fascinante mente maestra para hallar algo negativo en cualquier situación.

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