domingo, 31 de marzo de 2013

Los periplos de Hannón y de Himilcón

Hannón "el Navegante" fue un explorador cartaginés que, apoyado por una flota y varios cientos de colonos, fundó o repobló siete ciudades cartaginesas de la costa atlántica de Marruecos y exploró la costa oeste de África, aparentemente hasta el Golfo de Guinea. Vivió entre 530 a.C. y 450 a.C. aproximadamente.
Se indica que Hannón inscribió su bitácora de viaje en una tablilla que fue colgada en el templo de Baal (a quien los griegos identificaron con Crono) cuando regresó a Cartago. Este relato fue traducido al griego, correspondiendo esta versión al conocido Periplo de Hannón.
Según el texto original en griego, en el que se califica a Hannón como rey, zarpó de Cartago con 60 barcos y 30.000 personas entre hombres y mujeres. Tras pasar las Columnas de Hércules fundó varias colonias.
Algunos intérpretes del periplo afirman que Hannón alcanzó lo que es hoy Sierra Leona y el Cabo Palmas, en parte debido a que su descripción del amanecer y la configuración de la parte norte del cielo, un detalle que los geógrafos griegos encontraron absurdo e imposible.
En la isla que constituyó el término de su viaje, el explorador halló lo que describió como "mujeres velludas", llamadas por los intérpretes lixitas como gorilas. Se piensa que este pasaje puede describir un encuentro prematuro con algunas especies de mono. Posiblemente aquellas "mujeres peludas" eran gorilas —el nombre de esta especie fue tomado de este relato— o quizá chimpancés. Otra teoría postula que las "mujeres peludas" eran efectivamente eso. Como las mujeres descritas son pequeñas, también se ha especulado que Hannón encontrara pigmeos.
El título completo del relato, uno de los pocos conservados de la literatura fenicia, es El viaje de Hannón, comandante de los cartagineses, alrededor de las partes de Libia más allá de la Columnas de Hércules, que depositó en el templo de Crono. La narración fue conocida por Arriano y por Plinio el Viejo, que comenta que Hannón llegó a circunnavegar toda el Africa, saliendo del Mar Mediterráneo por el estrecho de Gibraltar, bordeando toda la costa africana hacia el sur, doblando por el Cabo de la Buena Esperanza, y regresando por el Golfo Arábigo*.
Más o menos por la mismas fechas, según Plinio, otro cartaginés, Himilcón, navegó durante cuatro meses por aguas del Atlántico en busca de las Islas del Estaño, las fabulosas Casitérides: “Cuando el poderío de Cartago era floreciente, Hannón hizo el periplo desde Gades hasta las fronteras de Arabia y publicó el relato de su viaje como hizo también Himilcón, enviado por esa misma época a explorar las costas de Europa”.
La localización de las Islas del Estaño permanece incierta, si bien se han identificado con las islas gallegas, con la Bretaña francesa y con Cornualles. Parece que Himilcón, siguiendo informaciones de los fenicios de Gadir, realizó un viaje de exploración que le permitió llegar a las costas de Bretaña, sur de Inglaterra e Irlanda.
Ni la tentativa de Himilcón, ni aquella otra de Hannón parecen haber tenido continuidad, lo que muchas veces se ha interpretado como signo de fracaso. Recientes descubrimientos en las costas de Galicia, donde se ha encontrado un altar púnico así como restos de ánforas y otras cerámicas del mismo origen, sumados a antiguos hallazgos, sugieren que cartagineses y púnicos gaditanos llegaron a surcar estos mares con mayor frecuencia de lo que hasta ahora se había contemplado.

* Parece cierto que navegantes tirios al servicio del faraón Necao circunnavegaron África algunas décadas antes (600 a.C), seguiendo al historiador y geógrafo griego Herodoto. El rey egipcio, que buscaba una solución alternativa a la de reconstruir un canal que unía el río Nilo y el Mar Rojo, encargó a un grupo de fenicios que circunnavegaran África, tierra que el faraón creía que sería de un tamaño no mucho mayor que su reino. Con ello pretendía comprobar si podía existir una nueva ruta comercial viable. La expedición fenicia tardó tres años en circunnavegar los 36.600 kilómetros del litoral africano.
Fuentes:
http://www.cervantesvirtual.com/bib/portal/antigua/roma_cartago.shtml#roma7
http://www.culturagalega.org/noticia.php?id=3570
http://nuevageografiacanaria.blogspot.com.es/2013/02/navegantes-antiguos-en-el-atlantico.html
http://qarthadast.blogspot.com.es/2008/05/el-periplo-de-himilcn.html

martes, 26 de marzo de 2013

Atracción conyugal

Tanto hombres como mujeres consideran más atractivas a sus parejas. Da igual cuáles sean los rasgos o la parte de la anatomía corporal considerada. Unos y otras piensan, sistemáticamente, que su pareja es más cautivadora.
Esa es la principal conclusión de un estudio en el que se analiza, entre otros elementos, la diferencia entre hombres y mujeres en lo relativo a la percepción del atractivo físico propio y del de su pareja. En el estudio se valoraron el atractivo físico global, el atractivo facial, la forma del cuerpo, el peso y la altura. También se valoraron un buen número de rasgos particulares, aunque el análisis posterior los agrupó en cuatro conjuntos, los relativos a atributos faciales, torso, anatomía superior y anatomía inferior. Curiosamente, en todas esas categorías resultó significativa la diferencia favorable a la pareja con respecto a la persona encuestada.
Según los autores de la investigación (Swami, Furnham, Georgiades y Pan: Evaluating self and partner physical atarctiveness) esa percepción es un claro ejemplo de sesgo cognitivo al servicio de la propia autoestima. En otras palabras, es muy posible que uno se sienta mejor si piensa que su pareja es más atractiva que uno mismo, puesto que ha sido merecedor de ser escogido por alguien más agraciado.
Otra conclusión a la que llegan los autores es que los dos rasgos de los que depende la valoración del atractivo global son el atractivo facial y el peso corporal, pero no la altura o la forma del cuerpo. 
Por último, también es reseñable el dato de que quienes dan más relevancia al atractivo físico en la vida cotidiana se consideran a sí mismos más atractivos que los que le conceden menor importancia. 
 

domingo, 24 de marzo de 2013

Tecnología y comunicación. La comunicación jibarizada

Pascual Serrano, en su nuevo libro La comunicación jibarizada. Cómo la tecnología ha cambiado nuestras mentes, nos presenta su visión sobre cómo la reducción de la calidad de la información, asociada a la velocidad de las tecnologías, está produciendo fenómenos nuevos como la tuiterización de la forma de expresión, así como de la misma información. Se reducen los contenidos, se reducen las maneras de comunicarse, se jibariza el mundo.
Revolución tecnológica, predominio audiovisual, internet, redes sociales, saturación informativa, obsesión por la inmediatez: tablets, smartphones, wifi, Twitter, Facebook, SMS, WhatsApp, Google, PowerPoint... Los contenidos son instantáneos, sensacionalistas, emotivos, huecos. Todo lo que no cumple con estas premisas es apartado de la agenda. Estamos tan ocupados, distraídos o abrumados por la información que nos llega, que resulta difícil darnos cuenta de la forma superficial y jibarizada que adopta y del modo en que influye en nuestra manera de consumirla e interiorizarla.
El resultado es el destierro de la profundización, la pérdida de la capacidad autónoma de reflexión, la incapacidad para la elaboración independiente de conclusiones y, por último, la ausencia de una mirada crítica de los acontecimientos.
Como señala el sociólogo Vicente Verdú, “internet, las redes sociales, Twitter o Facebook han logrado tanto éxito porque han venido a brotar en un momento en que existía una fuerte demanda de comunicación. Pero no ya de una comunicación a la vieja usanza, en la que se comprometía mucho el yo, sino una comunicación efímera y fragmentaria, cambiante y removible a la manera en que la cultura de consumo ha enseñado a adquirir. Vivimos tiempos en que la imagen ha ganado mucho terreno a la imaginación, y no digamos ya a la escritura. Del mismo modo, la emoción ha robado prestigio a la reflexión. En ambos casos, señala también Verdú, la instantaneidad ha vencido al proceso y el suceso puro a su explicación. De hecho, todos los medios son ya instantáneos, sensacionalistas, emotivos y superficiales. Y todo lo que no cumple esas condiciones es apartado de la agenda.
Serrano, Pascual: La comunicación jibarizada. Cómo la tecnología ha cambiado nuestras mentes. Madrid, Península, 2013.

jueves, 21 de marzo de 2013

Las barricadas de Arrabal y Beckett

Cuentan que en el Barrio Latino, en mayo del 68, estaba Fernando Arrabal construyendo una barricada con un grupo de estudiantes, cuando pasó por allí Samuel Beckett, alto, enjuto, severo y quizá no del todo sobrio.

 
Monsieur Arrabal, pero ¿qué hace usted aquí? –preguntó el irlandés.
Pues ya ve, Mr. Beckett, ya ve, aquí andamos, con los jóvenes, haciendo la revolución, ¡hay que cambiar la vida!
Qué disparate, mi querido monsieur, ¡pero si dentro de cinco años todos estos jóvenes ya se habrán hecho notarios!
 

miércoles, 6 de marzo de 2013

Las nuevas tecnologías y nuestra forma de pensar (¿trae un powerpoint o sabe de lo que viene a hablar?)

Nicholas Carr (autor de Superficiales ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?) considera que la influencia de las nuevas tecnologías está modificando nuestra manera de pensar y de actuar, que esa distracción constante a la que nos somete nuestra existencia digital (y que, según Carr, es inherente a las nuevas tecnologías) nos convierte en espectadores superficiales y compulsivos y nos aleja del pensamiento reflexivo. 
El debate sobre la influencia de internet en los procesos de construcción del pensamiento lleva un tiempo abierto y es muy interesante.
Nicholas Carr advierte que “con sus constantes distracciones e interrupciones, la Red nos está convirtiendo en pensadores dispersos y superficiales”. Como dice Cory Doctorow: “Cada vez que encendemos el ordenador, nos sumergimos en un ecosistema de tecnologías de la interrupción”.
La consultora Linda Stone señala en uno de sus estudios que cada trabajador en EE UU tiene ocho ventanas abiertas simultáneamente en la pantalla y salta de una a otra cada 20 segundos. Stone (creadora del término "atención parcial continua") observó que los nativos digitales estaban incesantemente semiconcentrados en muchas cosas a la vez y que este estado de "atención parcial" tiene desventajas a nivel reflexivo y de comprensión ya que las investigaciones sugieren que la calidad de la concentración disminuye con el número adicional de estímulos. Además, estos jóvenes nacidos en la era de la informática están orientados hacia la recompensa a corto plazo, como las que se consiguen con los videojuegos, y buscan situaciones que imiten esa dinámica en su entorno real.
Para Carr, la multitarea, instigada por el uso de internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión, nos convierte en seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en esa información, "esto no solo nos deshumaniza un poco sino que nos uniformiza".
Una manifestación de cómo la tecnología puede propiciar la superficialidad viene de la mano del PowerPoint. Franck Frommer, en su libro El pensamiento PowerPoint. Ensayo sobre un programa que nos vuelve estúpidos, hace un recorrido por el impacto que esta herramienta ha tenido en una manera de comunicar y construir el pensamiento, con efectos devastadores.
Steven Pinker, científico y lingüista, defensor de las posibilidades de la web para generar conocimiento, avisa: “Si lo que usted busca es profundidad intelectual, no recurra a un PowerPoint o a Google”. Se parece un poco al directivo que recuerda Larrea, que antes de empezar a escuchar una presentación pregunta: “¿Usted trae un PowerPoint o sabe de lo que viene a hablar?”.
 
Carr, Nicholas: Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Taurus, Madrid, 2011.
Frommer, Franck: El pensamiento PowerPoint. Ensayo sobre un programa que nos vuelve estúpidos, Península, Barcelona, 2011.

sábado, 2 de marzo de 2013

La historia de la estupidez

Una ligera proporción de estupidez es tan improbable como un ligero embarazo.


En su Historia de la estupidez humana nos cuenta Tabori que algo que provocaba envidia entre la aristocracia era el orgulloso linaje de las casas reales inglesa, española y sueca... y también emulación.

Una antigua familia de la aristocracia francesa, el clan de los Lévis, recogió el desafío.
Se trataba de una familia rica, muy rica y distinguida, que había figurado en la historia de Francia desde el siglo XI, y habla dado al país varios mariscales, embajadores, gobernadores y otros dignatarios. Posteriormente se elevaron al rango ducal. Pero, no contentos con la fama y el honor que otros podían alcanzar, contrataron a un genealogista, el cual muy pronto descubrió que la familia descendía de la tribu de Leví, de destacado papel en el Antiguo Testamento.
El punto de partida fue el nombre del clan; y no fue difícil reunir los datos necesarios, utilizando un poco de imaginación y deformando bastante los hechos.
En esos tiempos, ¿quién se hubiera atrevido a poner en duda la verdad de esa afirmación?
Desde ese día, la familia Lévis se mostró extremadamente orgullosa de su parentesco bíblico. Relacionadas con este orgullo excesivo circulaban muchas anécdotas más o menos auténticas. Lady Sydney Morgan, en uno de sus libros de viajes por Francia (publicado en 1818) relata la visita a uno de los de los castillos de los Lévis.
En uno de los salones encontró un gran cuadro al óleo de la Sagrada Virgen, sentada en su trono, y frente a ella, arrodillado, uno de los Lévis. Con arreglo a la antigua tradición artística (cuya moderna contrapartida son los “globos” con leyendas en las historietas cómicas), de la boca de la Virgen salía una cinta con estas palabras: Mon cousin, couvrez vous... (Primo mío, cubríos)
¡La Virgen pedía a su primo que se cubriera y que no hiciera cumplidos!
Cuando uno de los duques de Lévis subía a su carruaje para asistir al servicio divino en Notre Dame, decía en voz alta a su cochero:
“¡Chez ma cousine, cocher!” (¡A lo de mi prima, cochero!)Esta estupidez parece bien autentificada (Peignot la refiere en su Predicatoriana, Dijon, 1841, página 181, nota). A principios del siglo XIX la familia Lévis aún se aferraba a la leyenda de su antigua ascendencia hebrea.
Y el ejemplo fue contagioso. Cierta dama, miembro de la antigua familia alemana de los Dalberg, también encargó un cuadro, en el que uno de sus antepasados aparecía arrodillado frente a la Virgen, y ésta decía: “¡Levántate, querido pariente!”
Los barones Pons eran menos ambiciosos... reclamaban por antepasado a Poncio Pilatos. En cierto ocasión se encontraron los jefes de las familias Lévis y Pons. El duque de Lévis se volvió con aire de reproche hacia el barón de Pons: “¡Bien, barón, debéis reconocer que vuestros parientes han maltratado rudamente a los míos!” (Albert Cim: Nouvelles récréations littéraires, París, 1921).
Valiosa contrapartida del famoso cuadro de los Lévis era el que poseía la familia francesa de los Croy, igualmente antigua. El cuadro representaba el Diluvio. Entre las olas se elevaba una mano que sostenía un rollo de pergamino, y también alcanzaba a verse la cabeza de un hombre, que apenas emergía de las aguas. Y de la boca del hombre que se ahogaba surgía una leyenda: “¡Salvad los documentos de la familia Croy!” (Sauvez les titres de la maison de Croy).
http://diegoiguna.blogspot.com.es/2013/02/historia-de-la-estupidez-tabori.html

Erik Kandel y nuestro cerebro (Kant y Locke se equivocaban y no)

Erik Kandel es un investigador interesado en la biología de la motivación y por los procesos conscientes e inconscientes de la memoria, recibiendo como reconocimiento a su labor un Premio Nobel en el año 2000 debido a sus estudios científicos de la Aplysia, una especie de caracol marino que tiene unos mecanismos neuronales que funcionan de manera parecida a los humanos. 
Las Aplysias tienen un sistema nervioso con pocas células y de un gran tamaño. Algo sencillo con lo que trabajar y poder observar los resultados frente al complejo sistema nervioso de otros animales. Estas babosas ponían en marcha un acto reflejo al tocar sus branquias, las cerraban para protegerlas de posibles daños.
Al examinar las neuronas sensoriales de las branquias, Kandel comprobó que estaban conectadas con el 90% de las neuronas motrices. Lo realmente sorprendente fue que al tocar de forma repetida las branquias sin causarle ningún daño, se produjo un importante cambio en las conexiones entre las neuronas (sinapsis): la babosa se acostumbró al contacto y aprendió a hacerle caso omiso.
De todo esto Kandel sacó una conclusión que le valió el Premio Nobel. La plasticidad no se limita a la etapa infantil o juvenil, sino que es una característica esencial  de nuestro cerebro, "el estado normal del sistema nervioso durante el curso de toda la vida".
Esta plasticidad de nuestras sinapsis armoniza dos filosofías de la mente que hace siglos estaban en conflicto: el empirismo y el racionalismo.
Según los empiristas, como John Locke, la mente con la que nacemos es una pizarra en blanco, una tábula rasa. Todo lo que sabemos proviene de nuestras experiencias, de lo que aprendemos mientras vivimos, son producto de la cultura, no de la naturaleza.
Según los racionalistas, como Immanuel Kant, nacemos con una “plantilla” mental incorporada que determina la forma en que percibimos e interpretamos el mundo. Todas nuestras experiencias se filtran a través de estas plantillas innatas. Predomina la naturaleza.
La realidad les da la razón en parte a los dos. La anatomía del circuito neural es un ejemplo sencillo del conocimiento a priori kantiano, mientras que las modificaciones de la firmeza de conexiones particulares dentro de ese circuito reflejan la influencia de la experiencia.
Las modificaciones debidas al aprendizaje de un comportamiento pueden ser suficientes para reconfigurar una red neural y su capacidad de procesamiento de información.
Kandel escribe: "Una de las características fundamentales de la memoria es que se constituye por etapas. Los experimentos sobre el comportamiento sugieren que hay una transformación gradual de la memoria de corto plazo y que, además, esa transformación se logra mediante la repetición. La práctica implica perfección."

Kandel, Eric R: En busca de la memoria. Una nueva ciencia de la mente, Katz Barpal Editores S.L., Madrid., 2007.
Carr, Nicholas: Superficiales ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?, Taurus, Madrid, 2011.
http://julesjulien.com/julesjulien/NY_Wall_Jules_Julien.html
http://dailyexhaust.com/2013/02/change.html
http://www.drawger.com/holland/index.php?article_id=13894