lunes, 24 de diciembre de 2012

Tabúes sexuales del mundo

La palabra tabú es un regalo de la cultura maorí y se refiere a situaciones, conductas o personas prohibidas. Los tabúes sexuales han sido y son muy variados, dependiendo de las épocas y la cultura. En la Encyclopedia of Sex and Gender encontramos anotadas diferentes conductas de prohibición sexual.
El incesto es un tabú general en la cultura occidental pero no en todas partes y no del mismo modo o con la misma intensidad. El incesto supone la prohibición de tener relaciones sexuales con determinadas personas con las que existe una relación de parentesco.
El incesto madre-hijo es un ritual de paso en la tribu kubeo de América del Sur. En su pubertad, un varón debe mantener relaciones sexuales con su madre para iniciarse en la vida adulta. Para los tutsi de África oriental, un novio que sea impotente en su noche de bodas puede acudir a que su madre le devuelva su potencia con una relación sexual con ella.
El incesto padre-hija es la forma de incesto más común en el mundo occidental, los faraones egipcios y los emperadores persas incluían en sus harenes a la mayoría de sus hijas. También se cuenta que Carlomagno no permitió que se casara ninguna de sus hijas porque fue amante de todas ellas.
El incesto entre hermanos está mucho más aceptado y algunas sociedades europeas permiten el matrimonio entre hermanos. Abraham el padre de las grandes religiones monoteístas, era hermano de su esposa Sara.
También existen otras curiosidades en cuanto a tabúes relacionados con horarios y espacios.
Los Cuna de Panamá aprueban el sexo solo por la noche, en sintonía con las leyes de Dios.
Los Semang de Malasia creen que el sexo durante el día causa tormentas eléctricas y rayos letales, haciendo que perezcan no solo los infractores sino también personas inocentes. Otros, como los Bambara de África del Oeste, creen que una pareja que tiene sexo de día tendrá un hijo albino.
Frecuentemente se prohíbe el sexo en ciertos lugares. Los Mende, también de África del Oeste, no permiten el intercambio sexual en los arbustos, mientras que los Semang prohíben el sexo dentro de su campamento por miedo a perturbar a los dioses. Entre los Bambara hacerlo al aire libre llevará a que las cosechas fracasen, como si la tierra fuera mancillada por el coito.
En ocasiones la prohibición sexual está asociada con la guerra o la economía. Los Ganda de Uganda lo prohíben la noche antes de la batalla (como algunos entrenadores de fútbol). Los Lepcha de Bhuta y el Tíbet prohíben las relaciones sexuales en los tres meses después de que se ha colocado una trampa para atrapar a un oso. Si se rompe el tabú, no se atrapará ningún animal. Tres meses... me imagino que no hay por la zona muchos cazadores de osos.
Los Cuna tampoco permiten sexo durante una cacería de tortugas. Los Yapese de Oceanía lo mismo durante una excursión de pesca y los Ganda durante el proceso de hacer una canoa.
Las mujeres de los Ganda no pueden tener sexo mientras están velando a los muertos y los hombres de los Kwoma después de que se ha realizado una ceremonia religiosa. Los Jívaro no pueden tener sexo después de la muerte de alguien, después de plantar narcóticos, cuando se preparan para una fiesta o cuando han dado muerte a un enemigo.
Otra prohibición muy extendida es la relación sexual con animales. Entre los yoruba de Nigeria, el cazador copulaba con el antílope que había matado después de haberle extirpado los testículos para que el espíritu de la pieza no le persiguiera, y entre los indios hopo se educaba a los adolescentes a copular con animales para conseguir su fuerza o su destreza. La anécdota más exótica de todas la cuenta sir Richard Burton que nos informó de que en casi todos los pueblos de Oriente Medio los hombres copulaban con hembras de cocodrilos para parecerse a ellos y evitar ser devorados (¿dónde los vio y qué se había tomado el traductor del Kama-Sutra?)
El sexo, que encierra tanta prohibición, también libera y permite manipular el mundo exterior. La otra cara del tabú es la magia sexual, el desencadenamiento de fuerzas y energías al interior del cuerpo y en la naturaleza, algunas de ellas con una intención específica para operar un cambio en el entorno.
Los Cubeo del norte del Amazonas incluyen la actividad sexual dentro de los ritos fúnebres, bajo la creencia de que ayudarán a liberar las almas.
Los misterios de Eleusis fueron execrados por las autoridades cristianas porque supuestamente el cúlmen del ritual involucraba la cópula entre la sacerdotisa y el hierofante, en un hierosgamos performático.
Los druidas, según Robert Graves en La Diosa Blanca, consideraban sagrados a los animales que copulaban al aire libre, que no se escondían al aparearse y observarlos era considerado un buen augurio.
Numerosas tradiciones paganas consideran que tener sexo ciertos días, bajo cierta alineación de los astros y realizando una serie de ritos, suscita una serie de cambios (relacionados especialmente con la fertilidad) y beneficios energéticos.

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