Para domar a los elefantes, cuando son pequeños, les atan la pata a un poste de madera del que no pueden escapar. Al hacerse mayores, los elefantes creen que es imposible soltarse, ni lo intentan.
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Según ese concepto, el poder de las clases dominantes no está dado simplemente por el control de los aparatos represivos del Estado: si así fuera, dicho poder sería relativamente fácil de derrocar, bastaría con oponerle una fuerza equivalente o superior que trabajara para las clases dominadas.
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A través de estos medios, las clases dominantes "educan" a los dominados para que estos vivan su sometimiento y la supremacía de las primeras como algo natural y conveniente, inhibiendo así su potencialidad revolucionaria. Así, por ejemplo, en nombre de la "nación" o de la "patria", las clases dominantes generan en el pueblo el sentimiento de identidad, de unión sagrada con los explotadores, en contra de un enemigo exterior y en favor de un supuesto "destino nacional". Se conforma así un "bloque hegemónico" que amalgama a todas las clases sociales en torno al proyecto de la burguesía.
Gramsci explica de este modo cómo una sociedad aparentemente libre y culturalmente diversa es en realidad una sociedad dominada por una de sus clases: las percepciones, explicaciones, valores y creencias de esta clase llegan a ser vistos como la norma, transformándose en los estándares de validez universal o de referencia en la sociedad... cuando no son más que un poste de madera.
2 comentarios:
¡Excelente síntesis de una idea que demoró toda una vida en cuajar!
¡Larga vida a Gramsci, el sabio de la prisión!
A pesar de estar en la caverna platónica, él supo liberarse y liberar nuestras mentes.
Muchas gracias.
Muchas gracias por tu comentario Enrique Antonio, me alegra mucho que te haya gustado. Un fuerte abrazo.
Diego
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