jueves, 7 de febrero de 2013

La prostitución en Roma


La prostitución se consideraba indispensable para el buen funcionamiento de la sociedad romana, ya que cumplía una función de regulación social que permitía canalizar los impulsos sexuales masculinos, impidiendo llevar a cabo relaciones sexuales ilícitas dentro del grupo de las castas e idealizadas matronas, el ideal femenino oficial de la sociedad romana, que representaba a la fiel esposa y la madre devota. Recurrir a ella no era nada deshonroso y, por ello, la prostitución era perfectamente visible en la sociedad romana. Catón el Viejo escribió que "es bueno que los jóvenes poseídos por la lujuria vayan a los burdeles en vez de tener que molestar a las esposas de otros hombres".

Las prostitutas pagaban impuestos, tenían que inscribirse en registros para llevar a cabo su actividad (llegaron a contabilizarse más de 30.000) y hasta celebraban su propio día de festividad: el 23 de diciembre.

El precio de un servicio era relativamente barato (las tarifas equivalían a las de una copa en un taberna) con lo que los burdeles se convirtieron en lugares idóneos para la clase media. Prácticamente realizaban cualquier tipo de servicios, aunque el más costoso, al ser para ellas el más repugnante, era la felación. Los prostíbulos estaban señalizados en la calle con un enorme falo sobre la calzada, que era iluminado por la noche y que, generalmente, era decorado con murales alusivos al sexo. En las puertas de las habitaciones (o fornices*) era habitual encontrar una lista de precios y servicios y un dibujo en el que se hacía referencia a su especialidad. Aparte de los lupanares, que tenían licencia municipal, el sexo podía también tener lugar en las calles (la palabra prostituta viene de pro statuere y significa estar colocado delante, mostrarse), y en otros lugares públicos.

Las prostitutas que estaban registradas en las listas públicas eran conocidas como meretrices mientras que las prostibulae ejercían su profesión donde podían, librándose del impuesto. Dependiendo de los lugares donde ejercían eran conocidas como ambulatarae (recibían ese nombre por trabajar en la calle o en el circo), lupae (trabajaban en los bosques cercanos a la ciudad), bustuariae (se encontraban en los cementerios), fornicatrices (las que ejercían bajo los arcos* de puentes o edificios) o forariae (que trabajaban en los caminos rurales próximos a Roma y sus principales clientes eran los viajeros).

Las prostitutas de más alta categoría eran conocidas como delicatae y tenían entre sus clientes a senadores, negociantes o generales. También había prostitutos. De hecho, las prostitutas romanas se quejaban de la competencia de estos últimos. En efecto, contratar a un joven agraciado salía bastante más caro porque se consideraba una mercancía de gran calidad.

*El verbo fornicar, según las fuentes, puede provenir de las fornices, que eran las celdas donde las prostitutas recibían a sus clientes, o del término fornix, que sigifica arco.

http://www.historia-del-arte-erotico.com/romano/index.htm
http://gara.naiz.info/paperezkoa/20110105/241213/es/En-Antigua-Roma-aceptar-penetracion-era-situarse-una-posicion-inferioridad-social

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