En el siglo V a.C. aparecen los sofistas. Los dos más famosos fueron Gorgias y Protágoras. Los sofistas eran escépticos con respecto a la posibilidad de averiguar verdades absolutas y creían que había razones para defender tanto una tesis como su contraria. Una misma tesis podía resultar verdadera o falsa según se afirmara en un contexto o en otro. De ahí que estuvieran particularmente interesados en cuestiones de retórica. Además, defendían también una especie de relativismo moral según el cual no hay ni un bien ni un mal absolutos, sino que lo que es bueno para unos puede resultar malo para otros. Y lo mismo puede decirse con respecto a la justicia: lo que es justo en Atenas puede ser injusto en Esparta, y viceversa.
Conocemos la idea que los sofistas tenían de la justicia por medio, principalmente, de La República de Platón. Así, los sofistas sostenían que si los hombres practican la justicia no es por que ésta sea un bien en sí mismo, sino por las ventajas que les reporta, en términos de reputación, honores y ventajas materiales. Pero como los bienes son limitados, se impone la necesidad de un «pacto racional», que señale a cada hombre hasta dónde puede intentar satisfacer sus deseos para no chocar con los intereses y deseos del vecino y verse en la necesidad de luchar por proteger los propios. Las leyes y la justicia son vistas, de esta forma, como una invención de los débiles para defenderse de los fuertes.
Una concepción relativista de la justicia y por tanto parecida a la de los sofistas (aunque no idéntica) aparece en un antiguo relato árabe, traspasado luego a otras culturas, que dice así:
Dos amigos en litigio fueron a ver al cadí para que impartiera justicia.
Uno de ellos expuso el caso de esta manera:
-Mi amigo me ha traicionado. Entró en mi casa cuando yo no estaba, robó mi asno y mi dinero, y violó a mi mujer. Pido un castigo justo para él.
El cadí le dijo:
-Tienes razón.
El otro hombre entonces se defendió con estas palabras:
-Nada de eso es cierto: yo no robé aquel asno, sino que me lo llevé porque yo se lo había prestado primero y él no me lo quería devolver. También me debía aquel dinero. En cuanto a su mujer, es cierto que hicimos el amor, pero fue ella la que se echó encima de mí, porque anda escasa de amor ya que su marido no le hace caso. Cuando él ha llegado a casa nos ha sorprendido haciendo el amor y la ha emprendido a golpes conmigo. Es a mí a quien tienes que hacer justicia.
-Tienes razón -asintió el cadí.
-Pero, señor, no puede ser que los dos tengan razón -intervino el ayudante del cadí.
Y el cadí le dijo:
- También tienes razón.http://cargocollective.com/marionfayolle/Illustrations-parues-dans-le-Nytimes
González Calero, Pedro: Filosofía Para Bufones. Ariel, Barcelona, 2007.
http://www.academia.edu/921041/La_noci%C3%B3n_sofista_de_la_justicia_y_las_teor%C3%ADas_contractualistas_del_origen_de_la_sociedad
No hay comentarios:
Publicar un comentario