viernes, 26 de marzo de 2021

Defensa (la odisea)

Señoras y señores del jurado, voy a contar una historia. Una historia de esas que no empiezan por la mañana, alrededor de las seis, ni acaban de noche, no más allá de las once (para evitar el acceso a opacos laberintos legales).
Nuestro héroe, (todas las buenas historias deben tener un héroe, no es necesario que sea joven o apuesto, con un personaje que despierte cierto interés nos vale), como les decía, nuestro héroe, algo así como un Odiseo de nuestro siglo (con permiso del señor Poldy) se despertó, se levantó de su humilde catre y fue a la cocina. Bebió un vaso de agua. Tenía sed. Ayer estuvo bebiendo. ¿Ayer estuvo bebiendo? No lo recordaba. Pero bebía todas las noches, así que seguramente ayer bebió de ese alcohol transparente hasta hacerse invisible. Mucha sed. Se sirvió un vaso y se tragó toda el agua. Con ansiedad. Ayer leyó que el líquido tarda 20 minutos en llegar al torrente sanguíneo, por lo que cuando bebes un vaso de agua y sientes que tu sed se apaga de inmediato, eso no es una realidad biológica, sino una especie de truco neurológico. Qué cosas.
Tranquilidad, señores. Pensarán ustedes que así no acabaremos, pero no se alteren, todo llegará. Por cierto, nuestro héroe está sin apellidos, uno al menos me solicita, pongámosle Marmota, conjuga bien con el color de sus ojos. Ulises Marmota se prepara un café, como cada resacoso día. Le gusta el café fuerte, solo y sin azúcar. Solo-solo. Desayuna sin compañía. Lee la prensa en el móvil. No entiende nada. Bueno sí, el fútbol sí lo entiende, y el rugby. El resto le parece un sinfín de balbuceos incomprensibles, una glosolalia inútil. Sin embargo esta mañana se ha levantado contento, es un decir. Su única intención es mantener ese talante. Ser feliz a lo largo de todo un día, aunque sea solo uno. Lo intentará hoy, no con el falso júbilo del participante en una entrevista de trabajo para Google o del exaltado yonqui, sino simplemente con la felicidad ganada a pulso de un ser humano consciente de que lo ha conseguido a fuerza de tesón. Por cierto, no lo hemos dicho, es primavera. La primavera había llegado rápidamente, aquí estoy yo, lo dijeron en las noticias, pero los días transcurrían iguales. También las noches eran todas iguales. Oscuras. Nuestro héroe piensa. Ilumíname Tiresias. Nada. Sale a la calle. Les solicito que tengan paciencia, falta poco. Huele a café recién hecho y a dulce y a horno de pan. Ulises sonríe. Soporta la incertidumbre y la duda. No, no, le gusta no tener certezas, la complejidad del misterio de cada día, de cada enigmático e inexplicable momento. También le gusta el olor a pan y a café y a vida. Hoy lo intentará, y aquí truena en su mente un redoble de tambores, evitará tropezar constantemente con coprolitos trogloditas, con vocecitas que le dicen cállate, todo lo ve de otra manera. Lo que era rugoso ahora es suave. Lo sórdido se ha convertido en pintoresco y las luces de las farolas arrojan bonitos reflejos sobre los cristales de las botellas y las ventanas rotas. Es en ese preciso instante en el que todo refulge cuando nuestro héroe respira el aire fresco de la mañana, entra en el coche y arranca el motor. 

Respira de nuevo. 

Está seguro, aguantará otro día.

Imagen: https://thisisnthappiness.com/post/648251705358745600/im-at-the-airport-artem-chebokha

viernes, 26 de febrero de 2021

Deprisa, deprisa

Siempre llevo prisa. Siempre voy rápido. Acelerado, no soporto ir detrás de nadie. Vuelo con el coche, esquivo a los tranquilos paseantes con fintas propias de Stephen Curry. Yo no paseo, corro despacio. Fluyen edificios a derecha e izquierda con pájaros enjaulados en celdas privadas. Miro las máscaras que adelanto fulgurante o que se cruzan brevemente en mi camino. Máscaras de gente normal y de gente con banderitas de España. Banderitas en la mejilla izquierda, banderas tapando bocas, pequeñas banderillas como legañitas bajo párpados de mirada altiva. Al final era verdad eso de que las máscaras enseñan más de lo que esconden. Tras ellas se ocultan rencores agazapados y fobias rancias. Yo pensaba que éramos personas capaces de ver el lado bueno hasta en una celda de aislamiento, "la rugosidad de este encofrado de hormigón no la tienen otras cárceles, además, los gusanos le otorgan al puré de patatas una suave textura". Pero no, en cuanto se escuchan frases altisonantes y vacuas en boca de un macho alfa, corren indignados a ponerse una banderita y se les pone cara de haber dado una conferencia titulada "cómo llegué a ser tan listo". No me importa, yo paso rápidamente y solo queda un fugaz destello rojigualdo en mi hipocampo. 
Se venden muy bien las banderas de España últimamente. Casi todas están hechas en China. Benjamin dijo que somos imágenes que piensan (unos más y otros menos, apostillo) y puede que tuviese razón, o no. Las imágenes son reveladoras. Cuando era joven (¿más?) recuerdo como un fogonazo edificios en construcción rematados con una bandera roja. Si miras hoy para arriba, solo ves banderas de España. Hemos olvidado los sueños que tuvimos antes de esta narcosis.

Tropiezo y me caigo (eso me pasa por mirar las nubes). Siempre ando tropezando, continuamente, a cada paso, en cada cosa, hasta cuando ya no queda camino. Pero esto es vivir. Si no tropiezas es que te has convertido en una zamburiña.  
Lo malo no es tropezar, es que hemos perdido el testigo, extraviados entre Escila y Caribdis, susto o muerte. 
Los dueños del edificio deben estar muertos de risa. 
Menos mal que voy deprisa.

Imagen: https://thisisnthappiness.com/post/648482966117433344/almost-mario-alberto-meneses

martes, 26 de enero de 2021

Ora pro nobis

Carl Sagan en su libro El mundo y sus demonios, afirma que en las salas de espera de los hospitales se producen más curaciones espontáneas que en Lourdes.

El 82% de los estadounidenses cree que rezar puede curar las enfermedades graves, un 73% cree que rezar por otras personas puede curar una enfermedad y el 64% desea que los médicos recen por ellos. No conozco estadísticas similares para España pero mucho me temo que los resultados no serían muy distintos.

En 1872, Francis Galton, primo de Darwin, fue el primero en analizar científicamente la eficacia del rezo. Comprobó que cada domingo, en iglesias de toda Inglaterra, congregaciones completas rezaban públicamente por la salud de la familia real. Su hipótesis era que, de ser efectiva la plegaria, los reyes deberían vivir más que otros grupos comparables. Sus estadísticas demostraron que los soberanos vivían menos tiempo que los miembros de la alta burguesía.

Más recientemente, en el año 2005, el físico Russell Stannard (un reconocido científico creyente británico) lanzó una ambiciosa iniciativa (financiada por la todopoderosa Fundación Templeton) para someter a prueba experimentalmente la efectividad de la oración.
https://www.theatlantic.com/photo/2019/12/2019-photos-wrapping-up-the-year/602857/
Bajo el liderazgo del cardiólogo Hebert Benson, un equipo de investigadores monitorizó a mil ochocientos dos (1.802) pacientes en seis hospitales, a todos se les había practicado cirugía coronaria de bypass.

Los pacientes fueron divididos en tres grupos. El grupo Uno recibió rezos sin saberlo. Por el grupo Dos (el grupo de control) nadie rezó. El grupo Tres recibió rezos y todos sus miembros sabían que se rezaba por ellos. La comparación entre los grupos Uno y Dos examina la eficacia de la plegarias. Los resultados del grupo Tres proporciona los posibles efectos psicosomáticos de saber que están rezando por uno.

Los rezos fueron hechos por las congregaciones de tres iglesias; una en Minnesota, una en Massachusetts, y una en Missouri; todas distantes de los tres hospitales. A los individuos que rezaban se les dio únicamente el nombre y la primera letra del apellido de cada paciente por el que debían rezar y se les dijo que incluyeran en sus plegarias, la frase: “por una exitosa cirugía con una rápida y saludable recuperación sin complicaciones”. Todo muy pautado.

Los resultados, publicados en la revista científica American Heart Journal de abril de 2006, fueron claros. No existió diferencia entre aquellos pacientes por quienes se rezó y aquellos que no recibieron rezos. Sin embargo, y esto es lo más curioso, sí existió una diferencia entre aquellos que sabían que se estaba rezando por ellos y los que no sabían si se estaba rezando o no por ellos: aquellos que sabían que eran beneficiarios de los rezos, sufrieron significativamente más complicaciones que los demás.


2
¿Se enfadó Dios por la duda expresada en el estudio? ¿Quiso castigar a los científicos por haberse gastado dos millones y medio de dólares en una estupidez? Puede que sí, pero parece más probable que los pacientes que sabían que se estaba rezando por ellos sufrieran un estrés adicional, “ansiedad de desempeño”, como dijeron los experimentadores. El doctor Charles Bethea, uno de los investigadores, dijo: “Puede haberles producido incertidumbre, al hacerles pensar: ¿estoy tan enfermo que tuvieron que llamar a todo un equipo de orantes?”

Así que, si enfermo, ingrésame en un buen hospital y reza por alguien que se lo merezca. ;)

Dawkins, Richard: El espejismo de Dios, Espasa, Barcelona, 2012
https://www.xatakaciencia.com/otros/rezar-no-cura-confirmado
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/03/120320_muamba_poder_oracion_cr
https://www.tendencias21.net/Dos-nuevos-estudios-analizan-los-efectos-de-la-oracion-sobre-la-salud_a949.html
1 Esta foto proporcionada por la NASA muestra el ojo del huracán Dorian, visto desde la Estación Espacial Internacional el 2 de septiembre de 2019.
https://www.facebook.com/pg/Toilet-Paper-Magazine-251769511528448/photos/?ref=page_internal


jueves, 21 de enero de 2021

El nuevo mundo. El siglo de internet

Cada minuto de cada día del año 2016 se subieron 120 horas de nuevos vídeos a Youtube (diez millones de vídeos al día) y los usuarios de Facebook colgaron 250.000 imágenes (350 millones de imágenes diarias). Si alguien quisiera ver todos los vídeos que se suben a Youtube en un año tendría que estar viéndolos de manera ininterrumpida 7.101 años (26 millones de días). “El mundo físico -confirmó el informe McKinsey, en 2010- está convirtiéndose en un tipo de sistema de información”. 

Hoy, en un rato, somos capaces de conocer el tiempo que va a hacer mañana, explorar en las portadas de varios periódicos, leer un artículo escrito ese mismo día por nuestro autor preferido, publicar una foto que acabamos de hacer o revisar las novedades en nuestras redes sociales. Tenemos a nuestra disposición millones de obras, fotografías, películas, canciones, revistas, blogs, o páginas web. Nunca había sido tan sencillo situarse y estar en el mundo como ahora mismo.

Y lo más llamativo es que, aunque nos resulte tan cotidiano, la era digital comenzó a desarrollarse hace muy poco: hace treinta años había solo treinta mil ordenadores con acceso a internet y hasta 1990 no aparecen ni el lenguaje HTML ni la WorldWideWeb (WWW). 

Twitter y Facebook se crearon hace quince años. 

Instagram y WhatsApp tienen poco más de diez años de vida.

En enero de 2016, 3.419 millones de personas tenían acceso a Internet. Según las previsiones expuestas en un libro blanco de Ericsson, en 2020 habrá 50.000 millones de dispositivos inteligentes en la red. 

Es en la primera década del siglo XXI cuando se produce este gran cambio en nuestro modo de vida, cuando nuestras costumbres se han modificado de una forma tan sorprendente como inverosímil.

Hemos pasado de hablar por teléfono, revelar nuestras fotos y enviar cartas a mandar documentos por correo electrónico, felicitar por Facebook, tuitear una noticia, colgar las fotos de nuestro último viaje en Instagram o guasapear con nuestros amigos. El teléfono lo usamos para casi todo... incluso, a veces, para conversar. 

Las consecuencias económicas, políticas, sicológicas o educativas de esta nueva realidad llevan años siendo analizadas.

Pascual Serrano, en su libro La comunicación jibarizada, nos presenta su visión sobre cómo la reducción de la calidad de la información, asociada a la velocidad de las tecnologías, está produciendo fenómenos nuevos como la tuiterización de la forma de expresión, así como de la misma información. Se reducen los contenidos, se reducen las maneras de comunicarse, se jibariza el mundo.

Las ideas tienden a reducirse, buscan llamar la atención de forma efímera con unos contenidos  sensacionalistas, sensibleros, vacíos. Estamos tan ocupados, distraídos o abrumados por la información que nos llega, que resulta difícil darnos cuenta de la forma superficial y jibarizada que adopta y del modo en que influye en nuestra manera de consumirla e interiorizarla. Y esta abundancia de información, junto a las inmensas posibilidades de la web, crean una situación paradójica: la libertad y el conocimiento se reducen, con el destierro de la profundización, la pérdida de la capacidad autónoma de reflexión, la incapacidad para la elaboración independiente de conclusiones y, por último, la ausencia de una mirada crítica de los acontecimientos.

Como señala Deleuze, la dificultad hoy en día no estriba en expresar libremente nuestra opinión, sino en generar espacios libres de soledad y silencio en los que encontremos algo que decir.

En nuestros días la imagen ha derrotado a la imaginación y la emoción ha robado prestigio a la reflexión. De hecho, todos los medios son ya instantáneos, sensacionalistas, emotivos y superficiales. Y todo lo que no cumple esas condiciones es apartado de la agenda.

Nicholas Carr (autor de Superficiales ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?) considera que la influencia de las nuevas tecnologías está modificando nuestra manera de pensar y de actuar, que esa distracción constante a la que nos somete nuestra existencia digital (y que, según Carr, es inherente a las nuevas tecnologías) nos convierte en espectadores superficiales y compulsivos y nos aleja del pensamiento reflexivo. 

La consultora Linda Stone (creadora del término "atención parcial continua") observó que los nativos digitales estaban incesantemente semiconcentrados en muchas cosas a la vez y que este estado de "atención parcial" tiene desventajas a nivel reflexivo y de comprensión ya que las investigaciones sugieren que la calidad de la concentración disminuye con el número adicional de estímulos. Además, estos jóvenes nacidos en la era de la informática están orientados hacia la recompensa a corto plazo, como las que se consiguen con los videojuegos, y buscan situaciones que imiten esa dinámica en su entorno real.

Para Carr, la multitarea, instigada por el uso de internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión, nos convierte en seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en ella, "esto no solo nos deshumaniza un poco sino que nos uniformiza".

Esta nueva era trae también nuevas formas de control. De hecho, las redes sociales, que posibilitan la participación activa del ciudadano, están convirtiéndonos en consumidores que reaccionamos de forma pasiva ante la política, refunfuñando y quejándonos ante los productos que nos desagradan o nos defraudan, transformando la acción política desde la red en una democracia de espectadores… pero esa es otra historia.

Carr, Nicholas: Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Taurus, Madrid, 2011.

Frommer, Franck: El pensamiento PowerPoint. Ensayo sobre un programa que nos vuelve estúpidos, Península, Barcelona, 2011.

http://www.ibermatica.com/sala-de-prensa/opinion/superficialidad-y-estupidez

http://www.pascualserrano.net/noticias/la-comunicacion-jibarizada-como-la-tecnologia-ha-cambiado-nuestras-mentes

Serrano, Pascual: La comunicación jibarizada. Cómo la tecnología ha cambiado nuestras mentes. Madrid, Península, 2013.

Han, Byung-Chul: Psicopolítica. Herder, Barcelona, 2014.

https://thisisnthappiness.com/post/624708875487199232/new-york-kanghee-kim