martes, 26 de marzo de 2024

Langer y mindfulness

Este fue el primer experimento que el equipo de Langer realizó para probar la unidad de cuerpo y mente. 
Allá por los años 80, se llevó a un grupo de personas de edad avanzada (mayores de 70 años) a pasar unos días a un lugar de retiro. Durante esos días, en ese lugar se recreó el mundo tal y como era 20 años antes y se forzó a los participantes a hablar en tiempo presente sobre los eventos del momento: las noticias, las películas, los libros, las series de televisión. Al grupo de control—otro grupo de abueletes—se les llevó al mismo sitio, pero a ellos se les pidió que hablaran de aquellos años y sus acontecimientos en tiempo pasado. Pues bien, las personas que actuaron como si fueran 20 años más jóvenes por unos días mejoraron de forma objetiva su visión, su audición, su memoria, su fuerza y se veían razonablemente más jóvenes en apariencia. 
Ellen Langer afirma que buena parte del deterioro que sufrimos al envejecer es producto de nuestras mentes. No dejamos de hacer cosas porque nos hacemos viejos sino que nos hacemos viejos porque dejamos de hacer cosas. 
Quizás no puedas hacer las cosas exactamente igual que las hacías antes, pero podrás suplir en parte tus carencias con tu sabiduría. 
Otro aspecto a considerar es que la gente que presta más atención y vive más en el presente saborea cada momento y no dedica tanto tiempo a pensar qué va a ser de ella dentro de 10 años o a recordar con nostalgia el pasado, lo cual produce angustia vital y estrés.
En otro experimento verdaderamente impactante, se dividió a un grupo de diabéticos en tres partes iguales. Al primer tercio se le pidió que jugase durante 15 minutos a un juego de ordenador cuyo reloj estaba trucado e iba el doble de rápido que el tiempo real. El reloj del ordenador del segundo tercio iba la mitad de rápido que el tiempo real y el del último tercio iba según el tiempo real. Pues bien, se demostró que el ritmo al cual su cuerpo gestionaba los picos de glucosa replicaba el tiempo percibido, no el real. 

miércoles, 20 de marzo de 2024

La Ley de Cunningham

Howard Cunningham, más conocido como Ward Cunningham (Michigan City, Indiana, 1949), es un informático y programador estadounidense de patrones para programación ("patterns"). Creó el primer sitio wiki, el WikiWikiWeb, en marzo de 1995.
A Cunningham se le atribuye la idea de que “la mejor manera de obtener la respuesta correcta en Internet no es hacer una pregunta, sino publicar la respuesta incorrecta”. Esto se refiere a la observación de que las personas son más rápidas para corregir un error que para responder a una pregunta. Teóricamente, según esta ley, lo incorrecto actúa como imán de lo correcto.
La paradoja de la ley es que , en ocasiones, más que corregir puede amplificar la desinformación, ya que podría darle más visibilidad y atención a la desinformación original que a las posteriores correcciones. 
¿Cómo puede suceder esto? Al corregir y señalar los errores en los comentarios, un post se volverá viral ya que los algoritmos tienden a priorizar los contenidos con mayor interacción y hacen que llegue a un público más amplio. Por tanto, una afirmación inexacta o de baja calidad puede propagarse con mayor facilidad y alcanzar a un mayor número de personas.  Siguiendo a Russell, y a causa de su convencimiento sobre la estupidez de la mayor parte del género humano, es más probable que una creencia ampliamente extendida sea una tontería.

Imagen: https://www.phe.es/photospain/madrid-fashion-at-street-level-juana-biarnes/

domingo, 17 de marzo de 2024

El tiempo percibido tiene un efecto real en la curación física

El tiempo percibido tiene un impacto significativo en el tiempo real que lleva curar las heridas físicas, según una nueva investigación realizada por los psicólogos de Harvard Peter Aungle y Ellen Langer.
Su estudio, publicado a finales del mes pasado en Nature Scientific Reports , desafía las creencias convencionales sobre las influencias psicológicas en la salud física. Los hallazgos sugieren una gama más amplia de influencias psicológicas de lo que se aprecia actualmente.
Para completar su estudio, los autores utilizaron un procedimiento estandarizado para herir levemente a sujetos voluntarios. Luego, el tiempo percibido se manipuló en el laboratorio, y cada participante del estudio completó tres condiciones experimentales: tiempo lento (0,5 veces el tiempo real), tiempo normal (1 veces el tiempo real) y tiempo rápido (2 veces el tiempo real).
Se documentó que las heridas sanaban más rápido cuando los participantes creían que había pasado más tiempo. Asimismo, el proceso de curación resultó más lento cuanto menos tiempo se percibía. El tiempo real transcurrido fue el mismo en las tres condiciones.
Se están realizando más investigaciones para comprender mejor los mecanismos subyacentes y las implicaciones más amplias de estos hallazgos. Mientras tanto, el estudio presenta argumentos convincentes para incorporar más plenamente la idea de “unidad” mente-cuerpo en investigaciones posteriores sobre los efectos sobre la salud mente-cuerpo. En particular, se insta a los investigadores a considerar una gama más amplia de influencias psicológicas sobre la salud física.
Las influencias psicológicas sobre la salud física generalmente se entienden en términos de influencias sobre las emociones (como el estrés) y el comportamiento (por ejemplo, las creencias que promueven acciones saludables). Esta investigación sugiere que las creencias abstractas sobre cómo funcionan nuestros cuerpos también influyen directamente en la salud física.

sábado, 9 de marzo de 2024

Testigos

¿Quieren saber cómo es posible influir en la respuesta de un testigo e incluso modificar su recuerdo, sencillamente haciendo la pregunta de una manera o de otra? 
Déjenme que les cuente una investigación italiana de hace algunos años. A tres grupos de estudiantes de psicología —no niños, no incautos, sino estudiantes de psicología que sabían que estaban siendo sometidos a una prueba científica— les fue mostrada una filmación.
En esta filmación se veía a una señora que salía de un supermercado con un carrito; por detrás de la señora se acercaba un joven que agarraba una bolsita que estaba en el carrito y luego se iba corriendo.
A los tres grupos de estudiantes, con preguntas distintas, se les pidió que contaran lo que habían visto.
Al primer grupo se le hizo esta pregunta: «¿El ladrón ha tropezado con la señora?»
Al segundo grupo: «¿De qué manera el agresor ha empujado a la señora?»
A los estudiantes del tercer grupo se les preguntó sencillamente que contaran lo que habían visto.
Huelga decir que en la filmación no había ningún encontronazo ni ningún empujón. Yo creo que ya han intuido cuál fue el resultado del experimento. Entre los estudiantes del tercer grupo —al que se le había pedido simplemente que contara los hechos— sólo el diez por ciento, o un poco más, habló de un encontronazo o de un contacto físico entre la víctima y el agresor. Entre los estudiantes del segundo grupo —aquellos a quienes se les había planteado la pregunta más sugestiva— hubo casi un setenta por ciento de respuestas en las que se hablaba del encontronazo inexistente. Como en el caso del experimento de los niños, también todos aquellos que hablaban del encontronazo enriquecían la narración con detalles sobre la manera, la violencia, la dirección del choque inexistente.

Carofiglio Gianrico, Testigo Involuntario