martes, 20 de enero de 2015

Los baños y la higiene en la corte del Rey Sol

Durante la época medieval, las casas de baños municipales desempeñan un papel especialmente importante. Sin embargo, la Iglesia denunció que contribuían a la lujuria y procuró que se cerraran estas instituciones, que en un principio se hallaban exclusivamente destinadas a fines higiénicos. De este modo, las casas de baños desaparecieron poco a poco de las ciudades y la gente empezó a perder el hábito de bañarse. El aseo corporal dejó de tener importancia hasta el punto de que en el siglo XVII, época de un lujo refinado en el vestido, el baño solamente se conocía como una prescripción médica poco frecuente. 
Desde el siglo XVI al XVIII de los baños se huía como del demonio porque los médicos pensaban que el agua por “su presión y calor” abría los poros y ablandaba el cuerpo exponiendo así a los órganos a enfermedades. En los tratados de medicina se decía: “conviene prohibir los baños, porque, al salir de ellos, la carne y el cuerpo son más blandos y los poros están más abiertos, por lo que el vapor apestado puede entrar rápidamente hacia el interior del cuerpo y provocar una muerte súbita”, y en otros se puntualizaba que “calentar los cuerpos era como abrirle las puertas al veneno del aire”. 
A la Iglesia y la medicina se sumaron de modo entusiasta las cortes palaciegas. El mismo Luis XIV era muy reacio al baño, pues le producía vértigos y dolores de cabeza. "El rey jamás se ha podido habituar a bañarse en casa", hace notar melancólicamente Vallot, su médico de cámara, en 1658 en el "Journal de la Santé du Roi".
Uno de los atributos más conocidos de Versalles son sus hermosas fuentes. En un trabajo notable de ingeniería, Luis XIV logró que su palacio tuviera unas fuentes espectaculares pero ningún retrete. Versalles contenía más de 300 habitaciones pero dentro de estas no había ningún baño. Por lo tanto, las 20.000 personas que llegaron a vivir en el palacio tuvieron que buscarse la forma para satisfacer sus urgencias fisiológicas. Los habitantes de Versalles tenían que defecar u orinar en los pasillos, corredores y rincones. Cualquier lugar era idóneo para realizar estos actos tan naturales y ni los nobles más refinados podían evitarlo. Estaban tan arraigados estos actos que, por poner un ejemplo, La ética galante, una publicación escrita en el año 1700, mostraba la forma de presentarse para un joven ante la sociedad educada, y recomendaba: “Si pasas junto a una persona que se esté aliviando, debes hacer como si no la hubieras visto.” En 1715 Luis XIV publicó un decreto según el cual las heces del palacio debía ser retiradas una vez por semana, lo que nos hace imaginar que la frecuencia de limpieza era mucho menor. Lo que prefiero no imaginarme son los olores... 

Imágenes y fuentes:
www.cienciared.com.ar/ra/usr/22/146/1deruisseau.doc
https://elglobodegambetta.wordpress.com/2013/01/02/la-higiene-en-versalles-una-historia-con-mal-olor/
http://creativerehab.tumblr.com/image/108260982641
http://inspirational-imagery.blogspot.com.es/2014/07/franco-matticchio.html

1 comentario:

Profe nº1 dijo...

Ja ja ja Im-presionante