Pero este esbozo tiene una particularidad: si dejáis que vuestro cerebro interprete las tres dimensiones espaciales podéis visualizar cómo la cara frontal del cubo es o bien el cuadrado de la izquierda o bien el de la derecha. Ambas interpretaciones son igual de correctas. Vuestra percepción del cubo puede ir variando, pero nunca podréis ver las dos caras al mismo tiempo.
Si ahora os pedimos que tapéis el dibujo con la mano y os preguntamos: ¿cuál de las dos partes es la frontal?, no podréis darnos una respuesta, pues sin verlo —sin colapsarlo— el cubo se encuentra en una superposición: ambas caras están al frente y al final simultáneamente.
Por supuesto que en este caso no se produce una superposición cuántica, pero es un buen ejemplo sobre la percepción que nos puede ayudar a comprenderla.
Ahora complicaremos el juego para entender el entrelazamiento.
Dibujaremos dos cubos como el anterior. Al observarlos nos sucederá lo mismo, pero en esta ocasión, cuando interpretamos que el cuadrado izquierdo está al frente del primer cubo, automáticamente el segundo cubo se comporta igual, y viceversa. Están entrelazados. Sin embargo, al taparlos con la mano ambos vuelven a estar indefinidos.
Imaginad ahora que rompéis esta página por la mitad. Uno de los cubos os lo quedáis vosotros y el otro lo enviáis a un amigo lejano. Si estas ilustraciones siguiesen las normas cuánticas del entrelazamiento, cada vez que observaseis el cubo que os habéis guardado y determinaseis qué cara es la frontal, vuestro amigo vería exactamente la misma que vosotros. Existiría una correlación perfecta. Así funciona el entrelazamiento cuántico.
Fernández-Vidal, Sonia: Desayuno con partículas. Plaza y Janés. Barcelona. 2013
http://www.sticksandstonesagency.com/txt-stefan/#&gid=1&pid=8
Fernández-Vidal, Sonia: Desayuno con partículas. Plaza y Janés. Barcelona. 2013
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1 comentario:
esta muy interesante el post me enseño bastante sobre todo las imagenes enseñan bastante
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