lunes, 4 de julio de 2016

Colón estaba equivocado

Cuando Cristóbal Colón propuso su viaje no fue rechazado porque la gente creyera que la tierra era plana. Realmente, quien estaba equivocado era Colón.
En aquella época ya era bien conocido que la Tierra es una esfera, pues la idea, que ya habían avanzado los pitagóricos en el siglo VI a. de C., fue defendida por el astrónomo Ptolomeo en el siglo II: observó que cuando ocurría un eclipse de Luna, la sombra de la Tierra siempre era redonda, por lo que dedujo su forma esférica.
Los teólogos medievales le tenían un gran respeto a Ptolomeo, pero además resultaba lógico, puesto que la esfera era, a sus ojos, la forma más perfecta, y no podía ser otra la forma del centro del universo. Lo que ya era más difícil era determinar el tamaño de esta esfera. Aquí Ptolomeo se equivocó y le atribuyó un tamaño mucho menor del real, lo que muchos historiadores piensan que animó a Colón a llevar a cabo su empresa.
La subestimación del tamaño de la Tierra, y la sobrestimación del tamaño de Asia llevaron a Colón a creer que la distancia de las Canarias a Japón era de unos 6.000 kilómetros, por lo que calculó que no le debería haber costado tanto llegar allí. Sin embargo, en Portugal y en España muchas autoridades y marineros sabían que las distancias eran mucho mayores, y se opusieron con toda razón a los planes del descubridor de América.
El Nuevo Mundo salvó la vida de los marineros, pues tal como avanzaba el viaje y lo que les quedaba para llegar a Japón, habrían perecido sin remedio. Lo cierto es que a Colón no parecía guiarle ningún principio astronómico, sino uno profético. En una carta escrita a los Reyes Católicos en 1502 afirmó que no le importaban la razón ni las matemáticas ni los mapas, sino cumplir las palabras de Isaías 11:11-12: «Acontecerá en aquel tiempo que Jehová alzará otra vez su pueblo para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto [...] y en las costas del mar [...] y reunirá a los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la Tierra». Colón estaba convencido de que había sido elegido por Dios para la misión de incorporar a los orientales a la cristiandad. Creyó hasta su muerte haber descubierto las Indias, siempre rechazó haber descubierto un nuevo continente.
De hecho, pocos años después de los viajes de Colón, comenzaron a aparecer escritos que afirmaban que existía el rumor de que Cristobal Colón no había sido el primero en viajar al Nuevo Mundo. Es entonces cuando se empieza a hablar de un piloto anónimo que pudo haber llegado a las costas americanas y que le confiaría estos conocimientos a Colón. El padre Bartolomé de las Casas narra la historia de un navío que se ve envuelto en una tormenta y es desviado de su ruta original para acabar llegando al Nuevo Mundo: "Díjose que una carabela o navío que había salido de un puerto de España y que iba cargada de mercadería para Flandes o Inglaterra, o para los tratos, la cual, corriendo terrible tormenta, y arrebatada de la violencia e ímpetu de ella, vino diz que, a parar a estas islas y que aquesta fue la primera que las descubrió." (Fray Bartolomé de las Casas)
La primera persona en darle nombre fue el Inca Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales aparecidos en 1609, donde cuenta que había oído la historia cuando era niño, de boca de viejos conquistadores. De acuerdo con este cronista, Alonso Sánchez hacía frecuentes viajes a Inglaterra, las islas Canarias y Madeira. En una travesía entre estos dos últimos lugares en un navío pequeño y con pocos marineros, fue sorprendido por una tormenta que lo desvió de su ruta y lo llevó hacia el oeste por aguas desconocidas.
Al cabo de varias semanas y con la embarcación bastante dañada, avistaron tierra y desembarcaron.  Los indígenas los recibieron bien porque eran más altos y tenían barba (los indígenas eran imberbes) y porque su religión les decía que desde el mar vendrían los dioses. Los indígenas les dieron comida, oro y les ofrecieron a sus mujeres como regalos. Después de todo esto empezaron a preparar el viaje de vuelta, pasaron aproximadamente una o dos semanas, y volvieron con un cálculo aproximado de cuando fueron conducidos por la tormenta. Después de casi un mes atracaron en la isla de Porto Santo, donde residía Cristobal Colón. Alonso Sánchez, enfermo y siendo uno de los pocos sobrevivientes, siempre según estas historias orales, tomaría contacto con el navegante, al que trasladó toda la información que recogió el marinero. De ahí, la seguridad, la convicción y la firmeza que siempre mostraba Colón, a pesar de que los científicos y navegantes le demostraban una y otra vez su error de cálculo.
Por último, las tres carabelas eran en realidad dos carabelas (la Niña y la Pinta) y una nao (la Santa María), una embarcación más pequeña y de peor calidad.

Peter Villanueva Hering: Errores, falacias y mentiras. Ediciones del Prado, Navarra, 2000.
https://es.wikipedia.org/wiki/Alonso_S%C3%A1nchez_de_Huelva
https://es.wikipedia.org/wiki/Arahuacos
http://www.educa.jcyl.es/educacyl/cm/gallery/Recursos%20Infinity/tematicas/colon_vcentenario/quien/tierra_3.html

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