Humpty Dumpty sat on a wall.
Humpty Dumpty had a great fall.
All the king's horses and all the king's men
Couldn't put Humpty together again.
(Humpty Dumpty se sentó en un muro.
Humpty Dumpty una tremenda caída tuvo.
Todos los caballos y hombres del rey
No pudieron unir a Humpty otra vez)
Humpty Dumpty had a great fall.
All the king's horses and all the king's men
Couldn't put Humpty together again.
(Humpty Dumpty se sentó en un muro.
Humpty Dumpty una tremenda caída tuvo.
Todos los caballos y hombres del rey
No pudieron unir a Humpty otra vez)
Este fragmento de una tradicional canción infantil inglesa puede revelar lo que una lengua puede o no decir, y cuánto pueden diferenciarse unas lenguas de otras. En inglés (donde se marca el tiempo, la persona y el número) se dice "sat" ("se sentó") en lugar de "sentarse". En Indonesia no es necesario (de hecho, no se puede).
En ruso, tendrímos que marcar el tiempo y también el género, cambiando el verbo si fue la señora Dumpty quien pegó el carajazo. Si nuestro héroe ovoide se sentó en la pared durante todo el tiempo, el verbo tendría una forma diferente a si se cayó (como ocurre realmente).
En turco, tendrías que incluir en el verbo cómo adquiriste esta información. Por ejemplo, si viste el gordito con tus propios ojos, tendrás que utilizar una forma del verbo, pero si simplemente lo has leído o escuchado, tendrás que utilizar una forma diferente.
¿Esto significa que ingleses, indonesios, rusos o turcos terminan comprendiendo y recordando sus experiencias de manera diferente, simplemente porque hablan diferentes idiomas?
Esta pregunta plantea una de las mayores controversias en el estudio de la mente, con importantes implicaciones para la política, el derecho y la religión. Sin embargo, existen muy pocos trabajos empíricos sobre este tema. Una serie de nuevas investigaciones de la ciencia cognitiva está demostrando que, de hecho, el idioma influye profundamente en cómo vemos el mundo.
La cuestión de si las lenguas pueden dar forma a la manera en que pensamos se remonta a siglos; Carlomagno proclamó que "tener un segundo idioma es tener una segunda alma."
Algunos ejemplos sobre cómo el lenguaje puede afectar al pensamiento.
Los rusos, que tienen más palabras para distinguir azules claros y oscuros, son más capaces de discriminar visualmente distintos tonos de azul. Algunas tribus indígenas dicen norte, sur, este y oeste, en vez de izquierda y derecha, y como consecuencia tienen una gran orientación espacial. En un estudio, japoneses y hablantes de español podían recordar menos agentes de accidentes que los hablantes ingleses. ¿Por qué? En español y en japonés, muchas veces el agente de la causalidad se evita: decimos "El vaso se rompió", en lugar de "Juan rompió el vaso".
En ruso, tendrímos que marcar el tiempo y también el género, cambiando el verbo si fue la señora Dumpty quien pegó el carajazo. Si nuestro héroe ovoide se sentó en la pared durante todo el tiempo, el verbo tendría una forma diferente a si se cayó (como ocurre realmente).
En turco, tendrías que incluir en el verbo cómo adquiriste esta información. Por ejemplo, si viste el gordito con tus propios ojos, tendrás que utilizar una forma del verbo, pero si simplemente lo has leído o escuchado, tendrás que utilizar una forma diferente.
¿Esto significa que ingleses, indonesios, rusos o turcos terminan comprendiendo y recordando sus experiencias de manera diferente, simplemente porque hablan diferentes idiomas?
Esta pregunta plantea una de las mayores controversias en el estudio de la mente, con importantes implicaciones para la política, el derecho y la religión. Sin embargo, existen muy pocos trabajos empíricos sobre este tema. Una serie de nuevas investigaciones de la ciencia cognitiva está demostrando que, de hecho, el idioma influye profundamente en cómo vemos el mundo.
La cuestión de si las lenguas pueden dar forma a la manera en que pensamos se remonta a siglos; Carlomagno proclamó que "tener un segundo idioma es tener una segunda alma."
Algunos ejemplos sobre cómo el lenguaje puede afectar al pensamiento.
Los rusos, que tienen más palabras para distinguir azules claros y oscuros, son más capaces de discriminar visualmente distintos tonos de azul. Algunas tribus indígenas dicen norte, sur, este y oeste, en vez de izquierda y derecha, y como consecuencia tienen una gran orientación espacial. En un estudio, japoneses y hablantes de español podían recordar menos agentes de accidentes que los hablantes ingleses. ¿Por qué? En español y en japonés, muchas veces el agente de la causalidad se evita: decimos "El vaso se rompió", en lugar de "Juan rompió el vaso".
Por supuesto, sólo porque la gente habla de manera diferente no significa necesariamente que piense de manera diferente. En la última década, algunos científicos cognitivos han comenzado no sólo a medir cómo habla la gente, sino también cómo expresa su forma de pensar, y se comienza a cuestionar si nuestra comprensión de dichos dominios (incluso en algunos tan fundamentales como el espacio, el tiempo y la causalidad) podrían modificarse por o con el lenguaje.
Por ejemplo, en Pormpuraaw, una remota comunidad aborigen de Australia, los indígenas no utilizan términos como "izquierda" y "derecha". Todo se establece en términos de puntos cardinales (norte, sur, este, oeste), lo que significa que se dicen cosas como: "Hay una hormiga en el suroeste de tu pierna." Decir hola en Pormpuraaw, se plantea con una pregunta: "¿A dónde vas?", Y una respuesta adecuada podría ser: "Realizo un largo camino al sur-suroeste. ¿Y usted?" Si no sabes en qué dirección caminas, ni siquiera puedes decir hola.
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1 comentario:
Más sorprendente aún: en español, 'ejercer tu derecho al trabajo' puede significar 'trabajar hoy por cojones para que pueda echarte mañana con más facilidad'.
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