«En la muy noble y muy leal ciudad de Santo Domingo á los 18 días del mes de Marzo del año de 1861. Nos, los abajos firmados, reunidos en la sala del palacio de justicia de esta capital declaramos: que por nuestra libre y espontánea voluntad, en nuestro propio nombre y en el de los que nos han conferido el poder de hacerlo por ellos, solemnemente proclamamos como Reina Señora á la excelsa Princesa Doña Isabel II en cuyas manos depositamos la soberanía que hasta ahora hemos ejercido como miembros de la República Dominicana. Declaramos igualmente que es nuestra libre y espontánea voluntad así como la del pueblo á quien por nuestra presencia en este lugar representamos, que todo el territorio de la República sea anejado á la Corona de Castilla á que perteneció antes del tratado de 18 de Febrero, de 1855, en que S. M, la Reina reconoció como Estado soberano al que hoy por espontánea voluntad de todos los pueblos, le devuelve esa soberanía y como va dicho, la reconoce por su legítima soberana. En fe de lo cual lo firmamos y rubricamos con nuestras propias firmas-Pedro Santana -general Antonio Alfau -ex-ministro Felipe Dávila- F. De Castro -ex-ministro Jacinto de Castro»
Tal acto de anexión, como se especifica en la
Exposición a su Majestad que acompaña al Real Decreto de Incorporación á la Monarquía Española la República de Santo Domingo, resultaba único:
«Un acontecimiento fausto, altamente honroso para España, y pocas veces visto en la historia de los pueblos, ha ocurrido recientemente en una de las antiguas posesiones de la Monarquía. La Isla Española, la primera que ocupó el gran Colón, la predilecta de la inmortal Reina á cuya inspiración sublime se debió el descubrimiento de un Nuevo Mundo, dueña de su independencia, arbitra de sus destinos, invoca el nombre augusto de España y pone á Vuestros Reales pies la misma soberanía que Vuestra Majestad reconoció hace pocos años»El 4 de abril de 1861 y de forma unilateral, después de varias negociaciones en Madrid y Cuba, Pedro Santana declara la anexión a España, la cual sería sancionada por Real Decreto de Aranjuez el 19 mayo de 1861. Según el Artículo 1º, de dicho documento, «El territorio que constituía la República Dominicana queda reincorporado a la Monarquía».Dicho acto traería como consecuencia la Guerra de Restauración, que se inicia en 1863 y termina en mayo de 1865 cuando España deroga el Decreto de anexión. La campaña militar española en Santo Domingo representó graves pérdidas para la Corona: Se habían desperdiciado durante tres años unos recursos humanos y materiales en una empresa que estuvo movida, fundamentalmente, por razones de prestigio y de primacía moral, pero que terminó en un completo fracaso.
Las pérdidas, tanto materiales como humanas, fueron más que cuantiosas: los presupuestos de Guerra y Marina alcanzaron en el período 1856-1866 cerca de los 2.000 millones de reales, aparte otros 1.000 millones en presupuestos extraordinarios votados por las Cortes, con destino a sufragar las empresas de Marruecos, Santo Domingo y el Pacífico, las más costosas.
Más graves fueron las pérdidas humanas. Las de Santo Domingo se calculan en 30.000, de las cuales 25.000 correspondieron a los cuerpos expedicionarios enviados desde la Península, y los 5.000 restantes a los procedentes de Cuba y Puerto Rico. Si comparamos las 30.000 pérdidas en Santo Domingo con las 10.000 en la campaña marroquí, las 4.000 en Indochina y el millar en México, el Pacífico y Guinea, podemos tener una idea de lo que significó la guerra en Santo Domingo para España y también el poco valor que tenía para la burguesía caciquil de la época y para la Corona, la vida de los jóvenes campesinos y trabajadores (los hijos de la burguesía pagaban y se libraban).
Ante la imposibilidad de controlar la situación, el 1 de marzo de 1865 fue aprobada la ley por lo cual «queda derogado el Real Decreto de 19 de Marzo 1861, por el cual se declaró reincorporado á la Monarquía el territorio de la República dominicana».
Madrid se había dado cuenta de lo inoportuno, desde el punto de vista político, de dicho acto de incorporación, y de las grandes pérdidas militares y económicas que ello representó a la Corona.
Resuelta la crisis hispano-dominicana, el 14 de octubre de 1874 se firmó el Tratado entre España (esta vez como República) y la República Dominicana sobre paz y amistad. La base de este tratado era el Tratado de reconocimiento, paz, amistad comercio, navegación y extradición de 1855, firmado entonces por Isabel II y Pedro Santana, presidente de la República Dominicana.
De este modo se inauguraba una nueva etapa de las relaciones hispano-dominicanas caracterizada por la crisis cubana: por un lado, las fuertes presiones diplomáticas españolas sobre el gobierno dominicano, y por otro, el respaldo encubierto que las actividades de los independentistas cubanos encontraron en la República Dominicana.
Con todo, a pesar de la guerra, Gregorio Luperón, uno de los líderes de esta segunda independencia, escribió: «España no tiene hoy enemigos en las naciones que fueron sus colonias de América, sino hijos emancipados que son para los españoles verdaderos hermanos».
Más información en: www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/.../210141_0006.pdf
1 comentario:
Es que debería haber prevalecido ese espíritu de fraternidad, de antiguas colonias que se independizan pero que mantienen una relación cordial con España. Y no la gran difusión que tiene la llamada Leyenda Negra, a la que ahora dan bombo ciertos mandatarios nacionales iberoamericanos, pseudo-demócratas de pseudo-izquierda.
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