Las reglas de urbanidad no son más que elementales normas de convivencia.
Se vienen adquiriendo, de manera natural, desde el origen del hombre,cuando comenzó a organizarse comunitariamente y necesitó de normas mínimas de relación para facilitar la vida social.
El conglomerado de cánones que conforman la urbanidad, etiqueta y protocolo tienen como sus propósitos más básicos evitar los conflictos y facilitar las relaciones sociales.
A lo largo del tiempo (y en distintos espacios y culturas) la variedad de la etiqueta y su rigor han sido muy variadas.
El historiador Herodoto cuenta que el rey Deyocés de los medos, promulgó una disposición que estipulaba que nadie podía reír o escupir en supresencia. Por su parte, Chaka, jefe supremo de los zulúes, disponía la pena capital para quien carraspeaba o estornudaba en su presencia.

Istvan Rath-Vegh, en su libro Historia de la estupidez humana, relata otro episodio que deja al descubierto los excesos de la antigua etiqueta española. Nadie, que no tuviera sangre real y que estuviera expresamente autorizado para hacerlo -como por ejemplo los ayudantes de cámara- podía tocar a los reyes de España. En una oportunidad, una soberana castellana fue arrastrada varios metros por un caballo encabritado, que la derribó de la montura, mientras paseaba. Dos oficiales que la escoltaban, a duras penas pudieron sujetar la cabalgadura, luego le liberaron el pie, que había quedado trabado en el estribo y le salvaron la vida. Los nobles caballeros, una vez que depositaron delicadamente a la reina en el pasto, montaron prestamente sus corceles y se dirigieron sin demora hacia la frontera. La atravesaron y escaparon de la pena de muerte, que era la sanción que correspondía a quienes tocaban al rey o a su esposa.

En cuanto a la moda de la corbata, refiere István Rath-Vegh, que esta surgió en la época de Luis XIV, cuando un día el Rey Sol se amarró un trapo al cuello y servilmente la aristocracia corrió a imitarlo...
PD. Y en los tiempos de Luis XVI se puso de moda el color Caca Dauphin, en honor a la evacuación amarilla que dejaba en sus pañales el pequeño hijo de María Antonieta...
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