Diegoblogspot
lunes, 10 de junio de 2024
El triunfo de los idiotas
sábado, 11 de mayo de 2024
Nuestra conciencia, una "alucinación controlada"
domingo, 14 de abril de 2024
Las raíces de la estupidez
martes, 9 de abril de 2024
La era del autoritarismo. El fascismo está aquí
martes, 26 de marzo de 2024
Langer y mindfulness
miércoles, 20 de marzo de 2024
La Ley de Cunningham
Imagen: https://www.phe.es/photospain/madrid-fashion-at-street-level-juana-biarnes/
domingo, 17 de marzo de 2024
El tiempo percibido tiene un efecto real en la curación física
sábado, 9 de marzo de 2024
Testigos
viernes, 9 de febrero de 2024
Efecto placebo
martes, 9 de enero de 2024
Estereotipos, prejuicios y educación
martes, 17 de enero de 2023
Los intelectuales
Cuenta Golo Mann en sus memorias una historia ilustrativa. La asamblea de escritores convocada por el Partido Nazi alemán apenas conquistado el poder.
El discurso lo hace Goebbels. «Se nos ha reprochado que no nos hayamos ocupado delos intelectuales. No nos hacía falta. Sabíamos muy bien que, una vez en el poder, los intelectuales vendrían a nosotros por sí solos». Estas palabras, recoge Golo Mann, fueron acogidas con una «atronadora salva de aplausos de los intelectuales».
Mann, Golo: Una juventud alemana memorias. Plaza & Janés, Barcelona, 1989.
martes, 10 de enero de 2023
Fugaces. La realidad gaseosa
Se está perdiendo la relación afectiva con las cosas. Ya casi no tenemos fotos, ni libros, ni discos. Nuestra relación con la realidad ya no es ni siquiera líquida (como señaló Zygmunt Bauman) sino gaseosa.
Todo es provisional y precario (como el trabajo), necesariamente pasajero, continuamente novedoso. Mirar hacia atrás es una pérdida de tiempo, como escribir qué o poner una interrogación.
Perdemos horas leyendo mensajes pretenciosos, rancios y simplones; horas viendo fotos y vídeos de diez segundos que olvidamos en dos; escuchamos canciones con letras tan manidas como su ritmo simplón. Todo es rápido, insustancial.
Como señala el sociólogo Vicente Verdú, “internet, las redes sociales, Twitter o Facebook han logrado tanto éxito porque han venido a brotar en un momento en que existía una fuerte demanda de comunicación. Pero no ya de una comunicación a la vieja usanza, en la que se comprometía mucho el yo, sino una comunicación efímera y fragmentaria, cambiante y removible a la manera en que la cultura de consumo ha enseñado a adquirir”. Vivimos tiempos en que la imagen ha ganado mucho terreno a la imaginación, y no digamos ya a la escritura. Del mismo modo, la emoción ha robado prestigio a la reflexión. En ambos casos, señala también Verdú, la instantaneidad ha vencido al proceso y el suceso puro a su explicación. De hecho, todos los medios son ya instantáneos, sensacionalistas, emotivos y superficiales.
Resulta entretenido y ocupamos nuestro tiempo así, mirando un móvil donde la vida pasa fugazmente. Libres. Impotentes.
martes, 3 de enero de 2023
Café del Infierno
viernes, 26 de marzo de 2021
Defensa (la odisea)
Nuestro héroe, (todas las buenas historias deben tener un héroe, no es necesario que sea joven o apuesto, con un personaje que despierte cierto interés nos vale), como les decía, nuestro héroe, algo así como un Odiseo de nuestro siglo (con permiso del señor Poldy) se despertó, se levantó de su humilde catre y fue a la cocina. Bebió un vaso de agua. Tenía sed. Ayer estuvo bebiendo. ¿Ayer estuvo bebiendo? No lo recordaba. Pero bebía todas las noches, así que seguramente ayer bebió de ese alcohol transparente hasta hacerse invisible. Mucha sed. Se sirvió un vaso y se tragó toda el agua. Con ansiedad. Ayer leyó que el líquido tarda 20 minutos en llegar al torrente sanguíneo, por lo que cuando bebes un vaso de agua y sientes que tu sed se apaga de inmediato, eso no es una realidad biológica, sino una especie de truco neurológico. Qué cosas.
Respira de nuevo.
Está seguro, aguantará otro día.
Imagen: https://thisisnthappiness.com/post/648251705358745600/im-at-the-airport-artem-chebokha
viernes, 26 de febrero de 2021
Deprisa, deprisa
Siempre llevo prisa. Siempre voy rápido. Acelerado, no soporto ir detrás de nadie. Vuelo con el coche, esquivo a los tranquilos paseantes con fintas propias de Stephen Curry. Yo no paseo, corro despacio. Fluyen edificios a derecha e izquierda con pájaros enjaulados en celdas privadas. Miro las máscaras que adelanto fulgurante o que se cruzan brevemente en mi camino. Máscaras de gente normal y de gente con banderitas de España. Banderitas en la mejilla izquierda, banderas tapando bocas, pequeñas banderillas como legañitas bajo párpados de mirada altiva. Al final era verdad eso de que las máscaras enseñan más de lo que esconden. Tras ellas se ocultan rencores agazapados y fobias rancias. Yo pensaba que éramos personas capaces de ver el lado bueno hasta en una celda de aislamiento, "la rugosidad de este encofrado de hormigón no la tienen otras cárceles, además, los gusanos le otorgan al puré de patatas una suave textura". Pero no, en cuanto se escuchan frases altisonantes y vacuas en boca de un macho alfa, corren indignados a ponerse una banderita y se les pone cara de haber dado una conferencia titulada "cómo llegué a ser tan listo". No me importa, yo paso rápidamente y solo queda un fugaz destello rojigualdo en mi hipocampo.
Se venden muy bien las banderas de España últimamente. Casi todas están hechas en China. Benjamin dijo que somos imágenes que piensan (unos más y otros menos, apostillo) y puede que tuviese razón, o no. Las imágenes son reveladoras. Cuando era joven (¿más?) recuerdo como un fogonazo edificios en construcción rematados con una bandera roja. Si miras hoy para arriba, solo ves banderas de España. Hemos olvidado los sueños que tuvimos antes de esta narcosis.
Tropiezo y me caigo (eso me pasa por mirar las nubes). Siempre ando tropezando, continuamente, a cada paso, en cada cosa, hasta cuando ya no queda camino. Pero esto es vivir. Si no tropiezas es que te has convertido en una zamburiña.
Lo malo no es tropezar, es que hemos perdido el testigo, extraviados entre Escila y Caribdis, susto o muerte.
Los dueños del edificio deben estar muertos de risa.
Menos mal que voy deprisa.
Imagen: https://thisisnthappiness.com/post/648482966117433344/almost-mario-alberto-meneses
martes, 26 de enero de 2021
Ora pro nobis
https://www.theatlantic.com/photo/2019/12/2019-photos-wrapping-up-the-year/602857/ |
2 |
https://www.xatakaciencia.com/otros/rezar-no-cura-confirmado
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/03/120320_muamba_poder_oracion_cr
https://www.tendencias21.net/Dos-nuevos-estudios-analizan-los-efectos-de-la-oracion-sobre-la-salud_a949.html
1 Esta foto proporcionada por la NASA muestra el ojo del huracán Dorian, visto desde la Estación Espacial Internacional el 2 de septiembre de 2019.
2 https://www.facebook.com/pg/Toilet-Paper-Magazine-251769511528448/photos/?ref=page_internal
jueves, 21 de enero de 2021
El nuevo mundo. El siglo de internet
Cada minuto de cada día del año 2016 se subieron 120 horas de nuevos vídeos a Youtube (diez millones de vídeos al día) y los usuarios de Facebook colgaron 250.000 imágenes (350 millones de imágenes diarias). Si alguien quisiera ver todos los vídeos que se suben a Youtube en un año tendría que estar viéndolos de manera ininterrumpida 7.101 años (26 millones de días). “El mundo físico -confirmó el informe McKinsey, en 2010- está convirtiéndose en un tipo de sistema de información”.
Hoy, en un rato, somos capaces de conocer el tiempo que va a hacer mañana, explorar en las portadas de varios periódicos, leer un artículo escrito ese mismo día por nuestro autor preferido, publicar una foto que acabamos de hacer o revisar las novedades en nuestras redes sociales. Tenemos a nuestra disposición millones de obras, fotografías, películas, canciones, revistas, blogs, o páginas web. Nunca había sido tan sencillo situarse y estar en el mundo como ahora mismo.
Y lo más llamativo es que, aunque nos resulte tan cotidiano, la era digital comenzó a desarrollarse hace muy poco: hace treinta años había solo treinta mil ordenadores con acceso a internet y hasta 1990 no aparecen ni el lenguaje HTML ni la WorldWideWeb (WWW).
Twitter y Facebook se crearon hace quince años.
Instagram y WhatsApp tienen poco más de diez años de vida.
En enero de 2016, 3.419 millones de personas tenían acceso a Internet. Según las previsiones expuestas en un libro blanco de Ericsson, en 2020 habrá 50.000 millones de dispositivos inteligentes en la red.
Es en la primera década del siglo XXI cuando se produce este gran cambio en nuestro modo de vida, cuando nuestras costumbres se han modificado de una forma tan sorprendente como inverosímil.
Hemos pasado de hablar por teléfono, revelar nuestras fotos y enviar cartas a mandar documentos por correo electrónico, felicitar por Facebook, tuitear una noticia, colgar las fotos de nuestro último viaje en Instagram o guasapear con nuestros amigos. El teléfono lo usamos para casi todo... incluso, a veces, para conversar.
Las consecuencias económicas, políticas, sicológicas o educativas de esta nueva realidad llevan años siendo analizadas.
Pascual Serrano, en su libro La comunicación jibarizada, nos presenta su visión sobre cómo la reducción de la calidad de la información, asociada a la velocidad de las tecnologías, está produciendo fenómenos nuevos como la tuiterización de la forma de expresión, así como de la misma información. Se reducen los contenidos, se reducen las maneras de comunicarse, se jibariza el mundo.
Las ideas tienden a reducirse, buscan llamar la atención de forma efímera con unos contenidos sensacionalistas, sensibleros, vacíos. Estamos tan ocupados, distraídos o abrumados por la información que nos llega, que resulta difícil darnos cuenta de la forma superficial y jibarizada que adopta y del modo en que influye en nuestra manera de consumirla e interiorizarla. Y esta abundancia de información, junto a las inmensas posibilidades de la web, crean una situación paradójica: la libertad y el conocimiento se reducen, con el destierro de la profundización, la pérdida de la capacidad autónoma de reflexión, la incapacidad para la elaboración independiente de conclusiones y, por último, la ausencia de una mirada crítica de los acontecimientos.
Como señala Deleuze, la dificultad hoy en día no estriba en expresar libremente nuestra opinión, sino en generar espacios libres de soledad y silencio en los que encontremos algo que decir.
En nuestros días la imagen ha derrotado a la imaginación y la emoción ha robado prestigio a la reflexión. De hecho, todos los medios son ya instantáneos, sensacionalistas, emotivos y superficiales. Y todo lo que no cumple esas condiciones es apartado de la agenda.
Nicholas Carr (autor de Superficiales ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?) considera que la influencia de las nuevas tecnologías está modificando nuestra manera de pensar y de actuar, que esa distracción constante a la que nos somete nuestra existencia digital (y que, según Carr, es inherente a las nuevas tecnologías) nos convierte en espectadores superficiales y compulsivos y nos aleja del pensamiento reflexivo.
La consultora Linda Stone (creadora del término "atención parcial continua") observó que los nativos digitales estaban incesantemente semiconcentrados en muchas cosas a la vez y que este estado de "atención parcial" tiene desventajas a nivel reflexivo y de comprensión ya que las investigaciones sugieren que la calidad de la concentración disminuye con el número adicional de estímulos. Además, estos jóvenes nacidos en la era de la informática están orientados hacia la recompensa a corto plazo, como las que se consiguen con los videojuegos, y buscan situaciones que imiten esa dinámica en su entorno real.
Para Carr, la multitarea, instigada por el uso de internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión, nos convierte en seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en ella, "esto no solo nos deshumaniza un poco sino que nos uniformiza".
Esta nueva era trae también nuevas formas de control. De hecho, las redes sociales, que posibilitan la participación activa del ciudadano, están convirtiéndonos en consumidores que reaccionamos de forma pasiva ante la política, refunfuñando y quejándonos ante los productos que nos desagradan o nos defraudan, transformando la acción política desde la red en una democracia de espectadores… pero esa es otra historia.
Carr, Nicholas: Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Taurus, Madrid, 2011.
Frommer, Franck: El pensamiento PowerPoint. Ensayo sobre un programa que nos vuelve estúpidos, Península, Barcelona, 2011.
http://www.ibermatica.com/sala-de-prensa/opinion/superficialidad-y-estupidez
http://www.pascualserrano.net/noticias/la-comunicacion-jibarizada-como-la-tecnologia-ha-cambiado-nuestras-mentes
Serrano, Pascual: La comunicación jibarizada. Cómo la tecnología ha cambiado nuestras mentes. Madrid, Península, 2013.
Han, Byung-Chul: Psicopolítica. Herder, Barcelona, 2014.
https://thisisnthappiness.com/post/624708875487199232/new-york-kanghee-kim
sábado, 26 de diciembre de 2020
Vuelven los 50
Vuelve a estar de moda la época más cool de nuestro pasado siglo, esos años de uniformes y boinas, banderas y sotanas, de vírgenes y burdeles. Vuelven Pemán, el seíta, Paco Martínez Soria, las novenas, el porno vintage, el rosario de la aurora y el viril saludo romano (camisa desabrochada destacando el surco esternal, mangas enrolladas hasta el varonil hombro). Qué tiempos.
Y qué señoras. Recatadas, sumisas y virtuosas.
Se les mimaba tanto que, según la primera legislación laboral franquista, las mujeres debían dejar el trabajo al casarse, (recibían una indemnización denominada dote). Como debe ser, las casadas que quisiesen seguir trabajando precisaban de la autorización de sus maridos. Igual que en la prodigiosa Alemania nazi, para la mujer española la vida se concretó en las tres k: kinder, küche y kierche (niños, cocina e iglesia).
Su situación legal era plenamente equiparable a la de una minoría de edad prolongada. Los pasos que van dándose a lo largo del tiempo no empañan este puñetazo reglamentario, que va a subsistir esencialmente hasta la Constitución de 1978.
Dos ejemplos:
La Ley de 4 de julio de 1970 eliminó la posibilidad de que el padre pudiera dar a los hijos en adopción sin el consentimiento de la madre y se permitió que las mujeres casadas pudieran seguir trabajando después de contraer matrimonio sin necesidad de permiso del marido.
En abril de 1964 el general Franco tuvo que volver sobre sus pasos y revisar un artículo del Código Penal, por el cual los padres y maridos tenían derecho a matar a sus hijas y esposas y los hombres que cometían adulterio con ellas. El "parricidio por honor" estuvo vigente en España entre 1944 y 1964. Si el marido se contentaba con una denuncia, la esposa infiel podía ser condenada hasta a seis años de cárcel.
Y todo con el amparo y la dedicación características de nuestra amada Iglesia. Como siempre en este bendito país, los curas se implicaron en la conservación de nuestras verdaderas esencias. El nacionalcatolicismo fue la guardiana de la decencia y de la rectitud ideológica de los españoles.
La obsesión por los pecados de la carne fue una preocupación fundamental de la neurosis moral de la Iglesia Católica. Pildain, obispo de Canarias, protestó por la desnudez de las estatuas situadas en lugares o establecimientos públicos y sugirió que se les pusiera un taparrabos. Para él los novios no debían encontrarse nunca solos, “quien quita la ocasión, quita el pecado”.
El diseño se hizo teología. Debajo de cada sotana vibraba Coco Chanel y se escondían anhelos inconfesables y -en algunos casos- inconscientes. Se vigilaban los centímetros y los escotes. Las obsesiones con los pecados de la carne y las preocupaciones de costurera hicieron gastar incontables neuronas, ríos de tinta, alzacuellos y sudores, muchos sudores, a nuestros pastores.
El arzobispo de Toledo, Pla y Daniel, receló en voz alta de los pantalones cortos con que vestían los jóvenes falangistas, porque lo que dejaban ver podía excitar a las muchachas (y quizás a algún que otro obispo). Las niñas debían llevar falda hasta las rodillas, y medias a partir de los doce años, que a esa edad ya se sabe.
Todos los prelados gastaron mucho de su talento en pastorales que condenaron el baile agarrado, la longitud de las faldas, el cuidado al montar en bicicleta, los baños al aire libre o atrevimientos de similar importancia para el futuro de la humanidad.
Aquellos maravillosos años.
Hoy veo en la prensa libre (qué oxímoron) saludables muchachas y briosos jóvenes nostálgicos de dirigentes a los que, si alguna vez se les pasó una idea por la cabeza, murió por falta de alimento. Hoy, sus herederos se miran al espejo y no encuentran indicios de vida inteligente. Vuelven los 50.
Imagen: https://thisisnthappiness.com/post/647268069079678976/april-fools-day-arthur-trees