En las leyendas de la Antigua Roma se reconocen los rasgos que los romanos consideraban definitorios y prototípicos de su forma de ser. Estas leyendas han sido asimiladas, conocidas y repetidas durante siglos.
Una de estas leyendas nos habla sobre el cruel destino de una familia: los Horacios.
En tiempos del rey Tulo Hostilio (672 - 640 aC) se enfrentaron en guerra las ciudades de Roma y Alba Longa. Para evitar que hubiera un excesivo derramamiento de sangre entre dos pueblos hermanos que debilitase a ambos, se acudió a una solución especial: había unos trillizos, los Curiacios, en el ejército albano y otros trillizos, los Horacios, en el ejército romano; lucharían ellos solos y los que resultaran vencedores darían la victoria a su pueblo.
El combate se desarrolló a la vista de ambos ejércitos, que animarían cada uno a sus campeones. Al primer choque de los seis combatientes, mueren dos de los Horacios y quedan heridos los tres Curiacios, que rodean al Horacio ileso. Ante la desesperación de los romanos, éste escapa corriendo. Los albanos animan a los Curiacios para que acaben con él. Al perseguirle, los Curiacios, que están heridos de diversa consideración, se van separando entre sí: el menos herido es el que le sigue más de cerca. Cuando ha logrado separarlos lo suficiente, Horacio se vuelve, lucha con el más próximo y lo vence. Para cuando llega el segundo le resulta más fácil aún. La muerte del tercero no le presentó ninguna dificultad. Así, Roma quedó vencedora de Alba.
Cuando Horacio, con los despojos de los tres Curiacios, volvía triunfante a Roma, su hermana, que estaba prometida con uno de los Curiacios, reconoció los despojos de su prometido y prorrumpió en lamentaciones. Horacio (antepasado de los condottiero y de los Corleone) mató a su hermana mientras le gritaba: "Muera así cualquier romana que llore a un enemigo ¡Ve a reunirte con él, puesto que te hace olvidar a tus hermanos muertos, al vivo y a la patria!"
El horrible asesinato hace que, a pesar de su victoria, Horacio sea conducido a los tribunales.
Condenado a muerte, se presentó Publio Horacio, su padre, ante el pueblo: "Cuatro hijos tenía -dijo-. Dos murieron por Roma, otra a manos de su hermano. Si al hijo que me queda lo matáis vosotros, ¿qué será de mí? ¿qué delito he cometido?"
Horacio fue absuelto por las lágrimas de su padre...
Alba Longa fue destruida e incorporadas sus tierras a Roma, como había sido pactado. Sus familias nobles fueron integradas en el Senado romano y Tulo Hostilio les dio el rango de patricios. El resto de sus ciudadanos se trasladaron al monte Celio de Roma.
Una de estas familias nobiliarias fue la de los Julios, descendientes de Iulo, mítico fundador de Alba, hijo de Eneas y nieto de la diosa Venus, casi nada, no tenían pedigrí...
A esa familia perteneció Julio César.
En tiempos del rey Tulo Hostilio (672 - 640 aC) se enfrentaron en guerra las ciudades de Roma y Alba Longa. Para evitar que hubiera un excesivo derramamiento de sangre entre dos pueblos hermanos que debilitase a ambos, se acudió a una solución especial: había unos trillizos, los Curiacios, en el ejército albano y otros trillizos, los Horacios, en el ejército romano; lucharían ellos solos y los que resultaran vencedores darían la victoria a su pueblo.
El combate se desarrolló a la vista de ambos ejércitos, que animarían cada uno a sus campeones. Al primer choque de los seis combatientes, mueren dos de los Horacios y quedan heridos los tres Curiacios, que rodean al Horacio ileso. Ante la desesperación de los romanos, éste escapa corriendo. Los albanos animan a los Curiacios para que acaben con él. Al perseguirle, los Curiacios, que están heridos de diversa consideración, se van separando entre sí: el menos herido es el que le sigue más de cerca. Cuando ha logrado separarlos lo suficiente, Horacio se vuelve, lucha con el más próximo y lo vence. Para cuando llega el segundo le resulta más fácil aún. La muerte del tercero no le presentó ninguna dificultad. Así, Roma quedó vencedora de Alba.
Cuando Horacio, con los despojos de los tres Curiacios, volvía triunfante a Roma, su hermana, que estaba prometida con uno de los Curiacios, reconoció los despojos de su prometido y prorrumpió en lamentaciones. Horacio (antepasado de los condottiero y de los Corleone) mató a su hermana mientras le gritaba: "Muera así cualquier romana que llore a un enemigo ¡Ve a reunirte con él, puesto que te hace olvidar a tus hermanos muertos, al vivo y a la patria!"
El horrible asesinato hace que, a pesar de su victoria, Horacio sea conducido a los tribunales.
Condenado a muerte, se presentó Publio Horacio, su padre, ante el pueblo: "Cuatro hijos tenía -dijo-. Dos murieron por Roma, otra a manos de su hermano. Si al hijo que me queda lo matáis vosotros, ¿qué será de mí? ¿qué delito he cometido?"
Horacio fue absuelto por las lágrimas de su padre...
Alba Longa fue destruida e incorporadas sus tierras a Roma, como había sido pactado. Sus familias nobles fueron integradas en el Senado romano y Tulo Hostilio les dio el rango de patricios. El resto de sus ciudadanos se trasladaron al monte Celio de Roma.
Una de estas familias nobiliarias fue la de los Julios, descendientes de Iulo, mítico fundador de Alba, hijo de Eneas y nieto de la diosa Venus, casi nada, no tenían pedigrí...
A esa familia perteneció Julio César.